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Zoran Drvenkar: Complejo de culpa

Zoran Drvenkar
Complejo de culpa

El género noir contemporáneo no es propiedad exclusiva de los países escandinavos. Alemania se perfila cada vez más como una alternativa a los thrillers literarios que vienen del frío, gracias al kriminalroman, género de tramas novedosas como las de Volker Kutscher o Zoran Drvenkar (1967), croata de corazón germánico, residente en Berlín desde que tenía tres años.

La nueva novela de Drvenkar es Sorry (Seix Barral, 2011), premiada con el Friedrich Glauser 2010 a la mejor novela negra de Alemania, Suiza y Austria. Rompedor e intrigante, este best seller con más de una decena de traducciones no deja a nadie indiferente: los cuatro protagonistas montan una empresa para pedir perdón a la gente en nombre de terceros, y todo va viento en popa hasta que le tienen que pedir perdón a un cadáver.
Sorry es un thriller de esos que se te pegan a las manos hasta que lo terminas. ¿De dónde sacó la idea? La tuve en sueños. Una noche me desperté pensando en la palabra ‘perdón’, y me la escribí en la mano. No quería desvelarme, y mucho menos coger las gafas de la mesita y ponerme a buscar un papel, así que sólo me la apunté en la mano. A partir de ahí, a la mañana siguiente empecé a tramar la historia. No decidí escribir de esto; fue la historia que me atrapó.
Por increíble que parezca, en Japón existe una iniciativa muy similar. Sí. Tengo que decir que supe de esa empresa japonesa después de haber tenido la idea. Y no creo que ellos se hayan encontrado en situaciones tan comprometidas como las de mi libro. Vamos, espero que no les hayan encargado pedir perdón a un muerto.
Hay mucha violencia en Sorry, a veces extrema y que incluso involucra a niños. ¿Cómo se le ocurren esos pasajes de pedofilia tan ‘gore’? Las historias vienen a mí, no lo se... Pero cuando me puse a escribir la escena a la que te refieres, con los niños, tuve que dejar de escribir. Era demasiado para mi. Me puse a escribir libros infantiles y luego, al cabo de un año y medio, ya tenía las fuerzas suficientes como para seguir con Sorry.
Tiene un gran poso de crítica social. Clama contra las injusticias. La pederastia es el crimen más grave hoy en día. Es arruinarle la vida a un niño, que es lo más sagrado.
¿Y también es una crítica al hombre moderno, que es incapaz de bajar la cabeza, reconocer sus errores y pedir disculpas por ellos? Sí, y también porque la sociedad actual va demasiado deprisa y no tiene tiempo para nada. Ni para hablar con la gente a la que ha hecho daño.
¿Es usted una persona religiosa? Es muy pertinente que me lo pregunte, teniendo en cuenta algunas cosas que pasan en el libro [risas] pero no, la verdad es que no soy nada devoto. Cada uno tiene que desarrollar la capacidad de arrepentimiento, sin una Iglesia que diga qué está bien y mal.
Entiendo que finalizar la novela no fue un camino de rosas... Que va, una novela así acaba con las fuerzas de cualquiera. Hice incluso una promesa: no me afeitaría hasta que se la entregara a la editorial. Tardé tres años, así que figúrate... Acabé con una barba horrorosa. Ahora guardo el recuerdo de aquel tiempo con una perilla, en su honor.
Se acaba de mudar a una casita en medio de un vasto campo de Irlanda. ¿A quien le va a pedir la sal? No lo se, los vecinos más cercanos creo que están a dos kilómetros... Pero me gusta que sea así. Hasta ahora vivía en un antiguo molino en Alemania, pero estaba dentro de un pueblo y al final no dejaba de venir gente a verme.
Pero hay gente muy maja, mírenos a nosotros los periodistas. No somos ogros, ¿no? No, no, claro que no [risas] pero ya me harté de viajar... Tengo más de 40 años, y me gusta estar solo. Tampoco me gusta el sol, y en cambio me encanta el mal tiempo; en Irlanda estoy a mis anchas. Además escribo de noche y con la música a todo trapo, así que es mejor no tener vecinos alrededor.
Usted ya era muy famoso por escribir libros infantiles y juveniles, con los que ha ganado muchos premios, y otras novelas, un par de las cuales pasaron a la gran pantalla. ¿Sorry también la podremos ver en el cine? Hay una oferta, y la productora UFO ya ha comprado los derechos para adaptarla al cine. Supongo que sí, es muy cinematográfica. En el Festival de Cine de Berlín la eligieron entre las doce mejores obras literarias para convertirse en película.

Texto: Laura Sangrà. Ilustración: Nuria Cuesta

Zoran Drvenkar: Complejo de culpa