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Javier Ruibal se queda contigo. Ahora en concierto

Transita por un ir y venir armonioso de fusión musical. Es del sur pero nunca pierde el norte. Promete cuando canta y sabe que el mejor de los sueños es seguir soñando. Javier Ruibal estrena Quédate conmigo, su nuevo disco. Más que una invitación, su trabajo discrográfico, es un pase directo al universo del artista, al amor y al humor, a la sonrisa y a la palmada en la espalda. En los próximos días puedes disfrutar de la música de Javier Ruibal en directo. Los días 17 y 18 de enero el artista ofrecerá dos conciertos en la sala Galileo Galilei. Puedes conseguir tus entradas aquí: www.ticketea.com/entradas-javier-ruibal-madrid/

Presentaste el último disco hace dos años, compones con calma. Este disco que he hecho ahora es una colección de canciones escritas en los últimos cinco años. El disco anterior Sueño era un directo con la orquesta de Córdoba. Ya eran canciones conocidas pero revisitadas con otra armonización.

¿Qué ha pasado en estos dos años por la vida de Javier Ruibal? Pues poco y mucho. Sigo en el oficio, sigo buscando entregar algo que diga cosas buenas de mi, algo que muestre una evolución dentro de lo que hago, porque dejar de parecerse a uno mismo es difícil. Yo no soy un artista cubista, por eso tengo cierta previsibilidad en lo que hago y quiero que mis canciones sean de buena factura, y que suenen bien todas juntitas. A nivel personal, viviendo que no es poco.

Comparándolo con discos anteriores, Quédate conmigo tiene toques más flamencos. ¿Hacia dónde evoluciona este disco? Yo soy un tío bastante ecléctico. Soy andaluz, y aunque no soy flamenco de crianza, tengo mucha afición a este tipo de música. La guitarra tocada de manera flamenca tiene unos encantos arrebatadores que uno no puede resistir. Pero con 12 años escuché a Jimmy Hendrix y me quedé colgado completamente. Me di cuenta a tiempo de que yo no iba a ser Jimmy, con uno teníamos bastante… imagínate que hubiesen salido ocho o nueve Jimmy Hendrix.

Jimmy era aire fresco ¿no? Lo que me enganchaba de él era que hacía una propuesta muy personal. Y eso mismo me ocurría con los Beatles y con los cantaores de flamenco que ponía mi madre en la radio. Toda la evolución de la música me ha ido dejando un poso de sensaciones y de cosas que me agradan y que no quiero renunciar a que estén en mis discos. Hay canciones de todo tipo.

En la variedad está el gusto…Claro, yo no me hago problemas con el asunto de “es que si hago cosas muy divertidas y diversificadas voy a despistar”. Es que no creo que se trate de que concentren el mismo elemento. Me gusta que todo sea elástico, que pueda entrar y salir a todas las músicas que me gustan. Al final se trata de hacer las cosas con el respeto y rigor que requieren y, por supuesto, sin dejar de divertirte, porque si no, si todo es muy riguroso y respetuoso y no nos divertimos, qué estamos haciendo.  Es un juego del que ha salido una profesión que quiero que siga siendo un juego.

¿Por qué elegiste Quédate conmigo como título de tu nuevo disco? Porque hay una canción que se llama así y me parece una bonita invitación. El “quédate conmigo” si no se pronuncia en sentido de súplica es una invitación, una especie de, si te quedas, sabes que me comprometo a que encuentres justificación en el quedarte, a que sepas que me importa que me importa que me quedes. Eso es lo que dice la canción. Y al mismo tiempo es una buena propuesta para decirle al público que te oiga. En el disco he dejado escrito una cosa que dice que ésta es una colección de historias sobre personajes que han ido viniendo y formando parte de mis fantasías y se han quedado.  Entonces yo te pido a ti que escuches, que te sientes al corro donde estamos todos, porque si no estás tú no habrá quien nos sueñe.

¡La vida es sueño! La idea es que todo forma parte de una pequeña ensoñación. Y mis canciones buscan eso: evocaciones de lugares que te hagan creer que lo más maravilloso está a punto de suceder. No digo que vayan a saltar fuegos artificiales, una fogata entre dos puede tener más significado que todos los lujos que uno pueda pensar. A mi me gusta la música como una invitación a la fábula, a un quédate conmigo y déjate llevar

Es un disco producido en tu propia discográfica "Lo suyo" ¿cómo surgió esa idea? Surge porque lo suyo era, más tarde o más temprano, trabajar en casa. Lo suyo era no tener que depender de lo que decían otros fuera y lo suyo era, ya que estamos mayores, no perder más tiempo ni dinero. Y sobre todo surge para intentar combatir la idea de "los discos son muy caros" que se está metiendo en la cabeza de la gente. Unas zapatillas para correr también son caras y ocho meses. Un disco permanece si lo quieres.

La discográfica es una manera de quedarse contigo. Producir un disco no es fácil. A veces entregas y disco que crees que tiene muchas posibilidades y, de pronto, no sale bien. Entras en una especie de carrera de caballos y, si no te ven mucha musculatura dicen "este no va a correr". En medio de todo eso, si uno hace una canción, no digo especial, pero sí diferente, pensando en un público que busca serenarse y no meterse en la vorágine de la obstinación por el éxito y el dinero, hay que salir fuera de las carreras de caballitos ganadores y vocear desde una esquina: "estoy aquí, quedaros conmigo"

¿No será que ahora importa más la carátula que la letra? No solo la carátula. Importa el acontecimiento. Eso que se llama el pelotazo, el espaldarazo, el exitazo, el acontecimiento.

Vamos, vender a fin de cuentas…Exacto. Triunfa el disco bien presentado, bien adornado y orientado a un público que todavía no tiene unos gustos definidos  cuyo máximo aliciente es que sus papás suelten el dinero para vender el disco.

De todo menos música. Es un negocio. Se están potenciando las cosas que están en parvulario de la música. Hay una intención de no dejar que el público vaya mejorando sus gustos y, mientras tanto, los que estamos por progresar en nuestro oficio intentamos mejorar la situación dentro de nuestras posibilidades.

Una carrera de fondo entre la música y los negocios de las empresas internacionales. ¿Quién gana? Lo que hay que hacer es salirse de la pista. Dar una vuelta porque, al final, todos los caminos llevan a Roma. No se trata de elegir un solo recorrido. Pero, para ese camino tienes que estar preparado y no sufrir por no estar entre los potencialmente exitosos. Porque el éxito no es tener mucho dinero, sino el que te hace falta en cada momento, recibir por tu trabajo el dinero suficiente para vivir con dignidad y bien. Siempre surge la pregunta de “¿y tú no crees que tu música podría haber llegado más lejos?” Pues mira, yo esa pregunta no la puedo responder porque yo no soy el que tiene los mecanismos para que esa música llegue allí.

En esa carrera también compite la piratería... Esa es otra. Aquí lo que ocurre es que nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato. El argumento es "que la música es de todos porque está en la red" o "yo comparto con mis amigos y la gente de confianza los discos que me compro" Pues no, todos hemos hecho la copia sentimental cuando existían los casettes y le regalabas las canciones a tu novia o a tus amigos. Pero es que esos amigos, cuando salía el siguiente disco del artista, se lo compraban. Ahora no. Ahora uno compra un disco y al día siguiente hay miles de personas descargándose de manera fraudulenta el contenido.

Y "nadie le pone el cascabel al gato" Claro. No hay interés de frenarlo porque el negocio no está en que la gente descargue más o menos canciones. El negocio está en el tiempo que pasan conectados a la red. Entonces la gente dice: "la música es gratis porque está en la red" ¿Cómo que gratis? Nada es gratis. La conexión te cuesta un dinero. De la misma forma que ofrecen cuotas de telefonía para hablar más barato con Londres, ¿por qué no ponen también cuotas musicales para descargarse no sé cuántas canciones al mes?

¿Te parece que eso acabaría con la piratería? No, lo que hacen falta son leyes. El problema no es de los particulares. Todos los desórdenes y abusos, ocurren porque se saltan las leyes. O porque directamente no existen. Cuando la ley se aplica, solo los más obstinados y mafiosos son capaces de saltársela. Cuando exista una ley que, al pasar el ratón por encima de una canción, impida descargársela la cosa empezará a cambiar. Distinto es cuando el contenido se descargar legalmente porque el autor paga un impuesto para recibir beneficios. Yo pago impuestos por todas las publicaciones que hago, pero a mi no me recompensa si me roban mi honra.

¿De quién es la canción, del que la compone o del que la escucha?Es un movimiento compensatorio. Yo escribo canciones para que me lean. Los oyentes me dan su predilección y les ofrezco algo que les puede llenar de satisfacción. Lo más hermoso que puede ocurrir es que la canción pertenezca al público de manera rigurosa. Es decir, que forme parte de su vida. Lo que más agradecemos los autores es que te digan: "veníamos de no sé dónde, por no sé qué carretera secundaria y al tomar una curva vimos la puesta del sol mientas sonaba tu canción"

Y esas cosas sí que no se pagan con dinero... Si no tenemos esos momentos de emotividad diaria no sé para qué estamos aquí. ¿Para ganar mucho dinero? ¡No! ¿Cuántos millones de euros caben en un féretro?

Lástima que las nuevas generaciones musicales no lo tengan tan claro...Hay una falta de educación importante. Tanto en términos formativos como en los de mal comportamiento. Hay una deformación de los valores, de "toma el dinero y corre". Lo peor de la gente joven es que ven la vida como una película americana en las que lo único que importa es trincar la pasta. Al final confunden la realidad con esas historias. Y eso no es lo peor. El problema es que si no consiguen ser pequeñas estrellas, arrastran unas frustraciones que, o las pagan con ellos y acaban en un psiquiátrico, o las pagan con los demás y empiezan los abusos  el maltrato.

Si te pido que elijas un momento de toda tu carrera, con qué te quedas. Este.

¿Este? ¿Por qué? Sí,  porque para llegar a este he ido haciendo todos los demás. Y el mejor momento siempre es el presente. El pasado se olvida totalmente. Por eso podemos continuar. Porque si no fuésemos capaces de olvidar ni el dolor ni el placer ni el gozo en la medida en que nos ha tocado,  cada vez que recordáramos un momento doloroso, sufriríamos exactamente de la misma forma y al tercer recuerdo habríamos muerto. Y si fuese de gozo… al tercer gozo te da un infarto.

¡Pero de la historia se aprende! Sí, está todo ahí… pero todo está ya perdido. SI un mal no tiene solución no lo puedes transportar aquí ahora. El aliciente es este, haber llegado aquí mismo. ¿Qué va a pasar mañana? Pues no sé, pero tira para adelante. El durante y el mientras tanto es lo que importa de verdad. De qué me sirve que me inviten a la gran fiesta si hasta esa fiesta que es dentro de tres meses vivo amargado. No puede ser, hay que estar contento con lo que se tiene. No quiero ser divisionario ni qué bien se defiende en la vida. Yo sufro por muchas cosas y me inquietan muchas cosas pero creo que… estar vivo no es cualquier cosa así que

Tú eres de los que intenta reinventarse con cada canción ¿Renovarse o morir? Exacto. Es una reinvención. Cada canción anterior te ha dado una satisfacción y en ese momento piensas ¡encontré lo que buscaba!. Pero al día siguiente te das cuenta de que no, de que más allá hay otra posibilidad. De lo que se trata es de inventar cada vez que compones. Si una nueva canción te recuerda a la anterior o te copias a ti mismo, mal asunto. Uno de las tareas del músico es renovar constantemente. Habrá rasgos de  tu identidad que son inevitables y que se van a repetir porque el estilo propio acaba saliendo de una manera u otra. Es algo que, generalmente, sale de una carencia.

¿Hablamos de estilo o de insatisfacción? Es lo mismo que cuando pintábamos en la escuela. Tú quieres hacer un trazo, pero el pulso te lleva a otro sitio. Al final, de tanto salirnos de la raya, acaba saliendo un estilo. Puede que no sea el que buscabas, pero es el que más se parece y con el que te acabas sintiendo cómodo.

Y el tuyo es... No es flamenco, pero sí tiene toques muy andaluces. No es una soleá, ni una seguidilla, ni un martinete. Yo lo veo más como una amalgama. ¿Lo ves? Reinventarse y utilizar una vez más todo lo que sabes. Tirar todas las piezas del castillo y volver a construirlo de nuevo pero con otra forma. Si haces eso y tienes la sensación de estar construyendo algo distinto, ya estás haciendo arte.

Y aun saliéndote de la línea estás satisfecho...

Siguiendo la línea y saliéndose un poco de ella, llegas a una satisfacción que, aunque no era lo que buscabas, te aporta una felicidad inmensa. Al final, todo es una quimera. Un buen amigo decía que, después de subir la montaña más alta, aquella que le iba a dar la mayor satisfacción, sintió un gran vacío cuando llegó a la cima. Lo que pasa es que, aunque te decepcione, hay que subir esa montaña, porque la gracia está en subirla. Y después te buscas otra montaña.

¡Entonces con cada montaña hay un fracaso! Si uno se cree que es sublime pues pensará que no fracasa en nada. Pero hay que empezar por asumir que somos bastante rudimentarios y que traemos defectos de fábrica. Hay que aprender a estar contento con uno mismo y saber que aspirar a más cosas tiene que ser un aliciente que no acabe nunca. Yo tenía complejo de nariz con 14 años y después me di cuenta que lo de la nariz era un engaño, que lo que te hace distinto es que agrade tener una conversación contigo. Lo físico acabe siendo mentira.

Menos los ojos, que nunca mienten. Los ojos dicen grandes cosas. Para mi es una obstinación. En el camino del deseo es donde está el entusiasmo y la alegría. Hay una canción que se llama "para llevarte a vivir" en la que se ofrece el sur como algo prometido. Es un sur que tiene su propio sur, una frontera. Y más allá de esa frontera van a pasar las mismas cosas. Sin embargo, las cuerdas siguen buscando la luz más allá de las quimeras y sé que no tengo que dejar de aspirar, porque aunque detrás de cada logro haya una decepción, la gracia está en desear, en querer volver a empezar...

¿Nos movemos gracias al inconformismo, entonces? Yo pienso en el científico, en su perseverancia y seriedad. Me parece admirable la tozudez que tiene cuando la ciencia le niega una y otra vez la solución a no sé qué enfermedad. Y sin embargo sigue intentándolo, tal vez toda su vida.

Pero eso no es cuestión de científicos, es cuestión de cada persona... Es cuestión de prácticas nobles sobre una disciplina. La satisfacción está en saber que, más tarde o más temprano, tendrás la tenacidad suficiente para encontrar una fórmula que resuelva un problema. La perseverancia es una de las cosas que sostiene la vida.

A fin de cuentas, qué mayor éxito que la satisfacción, ¿no? El éxito es que te quieran. En una ocasión le pregunté a García Márquez que qué le daba más satisfacción, si las historias que contaba o los modos verbales y literarios. "Yo escribo para que me quieran" me contestó. El éxito es que te quieran. Y si te ignoran que por lo menos no te tiren con algo que te entorpezca el paso.

TEXTO: Emma Prieto

Javier Ruibal se queda contigo. En concierto los días 17 y 18 de enero