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La huerta en casa

La proliferación de huertos urbanos y de grupos de consumo han puesto en un lugar preferente encima de nuestras mesas a la comida “eco”.

Cuántas veces hemos oído la frase “los tomates no saben como antes”, y que cultivar lo consumido era norma en cualquier pueblo. Pero algo está cambiando. Lo que comenzó como una tendencia “eco” y sostenible se extiende con la proliferación de huertos urbanos y la de empresas que compran directamente a los agricultores.

Nueva York cuenta, según la organización Green Guerrillas, con más de 600 huertos urbanos. Hasta Michelle Obama tiene uno en la Casa Blanca. España no es ajena a este movimiento. La Red de Huertos Urbanos de la Comunidad de Madrid, que nació en 2011, contabiliza alrededor de 40 huertos de índole comunitaria, como el de la Cebada o Tabacalera. A ellos hay que sumar los universitarios y escolares, los impulsados desde las administraciones y los privados. “Las crisis ponen a la gente en guardia sobre la alimentación. Nos acercamos a la tierra. En las ciudades no es fácil, pero se hace. Por un lado, nos planteamos la opción de tener una parcelita y autoabastecernos parcialmente y, por otro, tomar un papel activo”, explica Pablo Llobera, portavoz de la red. Y añade que “volvemos a preguntarnos si lo que comemos es seguro porque cada vez tenemos más información. Estamos convirtiendo la alimentación en un acto político”. Pero va más allá: “Tienen una dimensión de desarrollo vecinal que busca mejorar el barrio. La gente que participa se cuestiona el modelo de ciudad, tiene mayor conciencia política y se siente protagonista de lo que ocurre en su barrio”, añade. 
En su blog verás el huerto más cercano y puedes pasarte a probar un fin de semana. Eso sí, teniendo en cuenta que “esto es como un gimnasio”, ni sabrás cultivar el primer día ni te llevarás una lechuga en el acto. Las cosechas dan más para compartir que para llevarse a casa. Para esto último han creado grupos de consumo que compran directamente a los agricultores. Algo que, matiza Llobera, “es otra forma de restablecer puentes que se habían roto drásticamente y de dignificar la profesión de agricultor”.

Otra fórmula es la de acudir a las muchas empresas que han surgido en la red, como Disfruta & Verdura, que envían a domicilio frutas y verduras ecológicas: “Queremos que el cliente reciba mayor calidad y saber quién es para adaptarnos a él. Ahora el cliente tiene para nosotros nombre y apellidos”, explica su director, Jordi Padrós.

La web elsuperecologico.com nació hace siete años y ahora cuenta con tienda en Madrid (Cristo, 3), donde son los únicos que venden leche cruda gallega, además de carne ecológica, frutas, verduras o aceite. “Empecé a comer ecológico porque vivía fuera de España pero cuando volví, vi que lo que estaba al alcance del consumidor era escaso,  difícil, feo y muy caro”, cuenta su fundadora, Elena Sanchís. Insistiendo así en otro argumento reiterado: “Quizás el problema es que es un poco más caro pero cada vez hay una cultura más extendida entre los jóvenes sobre sus beneficios, sobre todo. cuando tienen hijos” aunque, añade, sus principales clientes siguen siendo extranjeros.

Texto: Prado Campos · Ilustración: Sara Otero.

La huerta en casa