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Will Gompertz. Gurú al habla

Por Paloma F. Fidalgo · Ilustración: Nuria Cuesta

Will Gompertz (Reino Unido, 1965) es un verso suelto de la Crítica de arte. Colaborador de la BBC y ex director de la Tate Gallery, su explosiva combinación de profundo conocimiento y métodos insólitos, como ofrecer un monólogo sobre las vanguardias en el Festival de Edimburgo, atrae por igual a eruditos y profanos. Tiene tanto arte en esto de la divulgación que ha convertido en best seller su libro '¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno' (Taurus). Defiende que solo el paso del tiempo nos permitirá decidir hasta qué punto es buena una obra.

No puedo evitar hablar del dichoso vaso de agua medio lleno de 20.000 € presentado en ARCOMadrid por Wilfredo Prieto. 'Si el artista ha declarado que lo suyo es una obra de arte, pues lo es. Porque, si delegamos en nosotros esa responsabilidad, también tendremos la responsabilidad de decidir si la obra en cuestión resiste una comparación con otras, y tendremos que responsabilizarnos de emitir un juicio sobre si es una obra maestra o un fracaso'. 

Esto lo completa comentando que otro artista, Michael Craig-Martin, en 1973 se adelantó a Prieto y nadie se queja: 'An Oak Three, consistía en un vaso de agua colocado en un pequeño estante de cristal'. Hoy forma parte de la colección permanente de la Tate Gallery de Londres, que el mismo dirigió. 'Por lo tanto', concluye, 'existe ya un precedente de un vaso de agua al que se ha considerado arte. Ahí tienes tu norma. Está bien ser escéptico, pero no hay que ser cínico'.

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¿Qué es el arte y quién decide qué es artístico?
Creo que la denominación 'arte', y, englobados en ella, los objetos que se clasifican como artísticos, se refieren a conceptos que se justifican con su mera existencia. En el siglo XXI nos obsesionamos con darle un sentido finalista al arte, pero éste no cumple ninguna función práctica. No ocurre como con un coche, por ejemplo, que, más allá de ser bonito, debe ser útil.

Soy de los que suscribo la opinión de Marcel Duchamp, que decía que el arte es lo que un artista dice que lo es. De cada uno depende decidir si le gusta, si le pone, porque el gusto es algo totalmente personal, aunque no puedes manifestarte sin informarte previamente. Esto es como el fútbol: una vez que conoces las reglas, en este caso las normas y las referencias del arte moderno, podrás disfrutarlo.

Uno de sus favoritos es Cézanne. ¿Hay algún Cézanne hoy?
Hay muchos grandes pintores en ejercicio actualmente. Marlene Dumas, Cecily Brown, Peter Doig o Kerry James Marshall, por ejemplo. ¿Son de la talla de Cézanne o Picasso? Probablemente no, pero tenemos que mantenernos alerta, con la mente abierta, por si cae alguno. Hay mucho arte contemporáneo anodino, pero en todas las etapas del arte lo ha habido.

Lo que es exclusivo de esta era es la gran cantidad de arte que se produce y se vende. En la historia, muchos artistas han tenido mentalidad mercantilista, de factoría. Rubens, por ejemplo, viajaba por Europa vendiendo sus obras a las Casas Reales mientras dejaba a acólitos trabajando en el estudio. Pero la escalada actual son palabras mayores, porque, para muchos, el arte se ha convertido en un bien de consumo.

Mucha gente compra arte sin motivaciones estéticas, solo como inversión. Y así nacen artistas como Koons, a los que solo mueve el capitalismo y el afán de enriquecerse. ¿Cómo va a surgir un Guernica contemporáneo, que se oponga a los males del capitalismo, si los capitalistas son quienes compran las obras?

Hablando de arte social, a usted le gustan los artistas de ese corte: Marina Abramović, Cildo Meireles o Ai Weiwei...
Une a los cuatro la profunda sinceridad de su trabajo, que les da una legitimidad inmediata y duradera a la vez. No pretenden complacer a nadie, creen apasionadamente en lo que tienen que decir, y lo dicen de una manera elegante, inteligente. También me gustan artistas menos introspectivos y más divertidos, como Gerhard Richter. Tiene que haber de todo.

Habla de la importancia del entretenimiento en el arte ¿Los Simpsons tienen cabida ahí?
Sólo si un artista los incorpora en alguna de sus obras, como hizo Roy Lichtenstein con Micky Mouse en la década de los 60. Cuando hablo de entretenimiento en el arte, me refiero a tiene que exigirse ingenio, tiene que retar y divertir al intelecto del espectador y ser capaz de conectar con el público. Solo así resultará realmente eficaz. Vale la pena recordar que el arte, reducido a su esencia, es simplemente un ser humano tratando de comunicarse con otro.

¿Qué papel juegan los coleccionistas, mecenas e incluso las marcas en el apoyo al arte?
Es fácil subestimar su papel, por eso lo hace tanta gente. Pero recordemos que no habría habido Impresionismo sin el coleccionista Paul Durand-Ruel, ni expresionismo abstracto sin la coleccionista Peggy Guggenheim, y con toda probabilidad no habría habido Damien Hirst sin el publicista Charles Saatchi.

Cada uno de ellos tuvo la valentía y la capacidad visionaria de adquirir obras de artistas cuando todo el mundo los ignoraba. Su labor es, en cierto modo, heroica. Otra cosa es que el mercado actual del arte, que sufre una burbuja en muchos sentidos, sea el que decida qué obras de arte tienen más valor, porque a menudo lo reducen a precio monetario, y quienes hacen la compra solo quieren una firma o algo llamativo de lo que fardar.

Se ha metido alguna vez con los críticos de arte, que a menudo se ponen demasiado estupendos. ¿Cómo afronta usted su trabajo en la BBC?
Obviamente no soy mejor que nadie. Yo también cometo errores, pero intento ser abierto y honesto, y hablar de manera informal. El arte es algo hermoso, con el que algunos talentosos seres humanos expresan de manera profunda y memorable la grandeza de estar vivos.

No hay nada complicado en ello, ¿por qué travestirlo con esnobismo? Volvemos a la pregunta que me hacías al principio: que te guste o no una obra de arte depende solo de ti, pero mi obligación es darte toda la información que necesites para hacer esa valoración. Y hacerlo de manera amena, para que te apetezca escucharme.

La mitad de los museos y galerías ya son online. ¿Cuál es el futuro? 
En mi opinión, la labor de las galerías y museos es retrospectiva, han de especializarse en seleccionar aquellas obras que merecen incluirse en el canon de arte histórico. Pero creo que fallan demasiado cuando intentan comisariar lo nuevo, porque a menudo los resultados son decepcionantes y hasta embarazosos, porque representan un gusto muy determinado, corporativista y esnob. Los artistas persiguen capturar el espíritu de una época. Las instituciones han de dejarlos tranquilos.

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