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Fernando Castro. El arte de la estética

Por Israel Paredes · Ilustración: Nuria Cuesta

Ya sea desde su labor docente, comisario artístico o la de crítico en diversas publicaciones, Castro Flórez ha lanzado siempre una mirada de cuestionamiento, desafiante a lo establecido.  Hablamos con él sobre el arte español actual. Mierda y catástrofe es el título de su penúltimo libro.

¿Definen ambas palabras el paisaje del arte actual?
No describen, ni mucho menos, la multiplicidad de un mundo '
ultra-estetizado'. Más allá del panorama deprimente o escatológico hay toda clase de situaciones y fenómenos. Entre lo sublime y ridículo cobran vida toda clase de maravillas y engendros, incluso esas dos nociones pueden estar superpuestas de forma alarmante. Tenía interés en describir algunos 'síndromes contemporáneos', convencido de que tenemos razones para el optimismo (una tonalidad vital, por otro lado, que no tiene nada que ver con mi nihilismo jovial): no podemos ir a peor. 

¿Qué sobra y qué falta en el arte español actual?
De todo y, valga la paradoja fácil, casi nada, como en aquel 'resto' sobre el que escribiera con su impar lucidez Ángel González García. Para no quedarme atrapado en el 'poquismo' apuntaré que hemos tenido demasiado 'postureo' y una falta completa de estrategias adecuadas para superar el 'síndrome del ángel exterminador'.

Una mezcla aberrante de esnobismo, complejo de inferioridad y nula actitud crítica ha llevado a una proliferación de esteticismo autocomplaciente o incluso a la imposición de una 'escolástica (pseudo)radical. La 'época del entusiasmo' queda tan lejos como la llamada 'cultura de la transición', afortunadamente de la 'Movida' no queda nada de nada pero lo malo es que lo que tenemos es una zona de merodeo zombi en la que experimentamos una atroz déja vù. Falta, en términos generales y con trazo grueso, intensidad, inteligencia e indignación (a pesar de tantas acampadas heróicas), sobra impostura, impertinencia e 'imperialismo' institucional. 

Nunca ha sido muy amigo de 'lo institucionalizado', ¿lo está cada vez más el arte, incluso el disfrazado de trasgresor? 
He tratado de seguir a Deleuze cuando pedía que no se levantara sobre cada instinto una institución. A pesar de todo, formo parte de un cierto orden institucional y he cometido infinidad de errores curatoriales. No me puedo presentar como un francotirador ni como un visionario descontextualizado, estoy marcado (voluntariamente) por la impureza. He visto a demasiados 'transgresores' apalancados en la vitrina museal, cebándose en el 'pesebre' de esa misma 'burocracía cultural' de la que se declaran 'antagonistas'.

Hay arte por todas partes, pero ¿cree que hay realmente interés?
Me gustaría pensar que precisamente es aquello que no es ubicuo lo que puede suscitar emociones inteligentes. La misma categoría de 'interés' carece de interés. 

¿Tiene alguna función concreta o se ha convertido en simple espectáculo museológico? No me siento cómodo con el discurso 'funcionalista' ni creo que el arte tenga que ser la ilustración de un concepto. Muchas manifestaciones artísticas están más allá o más acá de la 'cultura del espectáculo', sobre todo si no se quiere hacer de los ácidos diagnósticos de Debord una pomada para todas las dolencias. 

¿Tres artistas emergentes españoles?
Cristina Garrido, Almudena Lobera y José Luis Serzo. Aunque ya son algo diferente a emergentes, por lo menos para mí, referentes.
 

Es profesor de Teoría Estética en la Universidad Autónoma y uno de nuestros críticos de arte de referencia

El arte de la teoría estética