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Edit. 
 
En el viaje de regreso la puerta está cerrada, y no me atrevo a llamar, ni a gritar que he vuelto. No ladra mi perro, nadie asoma en la ventana, ni están mis colillas en el suelo.
Allí solo está el silencio en el aire de las palabras que no se dijeron desde mi destierro.
La nostalgia en la mirada trastornada por el tiempo y la distancia.
El miedo de volver a casa y ver que el álbum de recuerdos está mucho más viejo, la sospecha de juzgar y ser juzgado con el curtido criterio del paso del tiempo.
 
En el viaje de regreso me imagino acurrucado, aun con la fe más roída, en mi cama de los sueños. Escribiendo aquellos versos que dejé vacíos con las nuevas rimas aprendidas en el final de los caminos.
 
Como aquel niño cuyas heridas se iban curando con el suave paso de tus manos.
Envejeciendo aún inocente en tu mirada como un imberbe soñador de nuevos mundos.
 
Viajar es regresar, abrir la puerta cerrada y que sepas que aún te quiero.
Viajar es irme sin abrir la puerta y que sepas que no he vuelto, porque aún te quiero.
 
A mi madre

Viajar es regresar. Por Rubén Arribas