<
>

El restaurante del Abracadabra: Oceanika

Por Esther Ordax

Carlos Pérez y Filomena Grudeski, los dueños de la Panamericana, cuyo cierre dejó huérfanos a muchos seguidores, reaparecen en Madrid, 'con las mismas fuerzas, más ganas, mejores propuestas y un gran grupo de profesionales', como asegura Carlos, propietario y maestro de ceremonias del show. Un lugar de sabores donde nada es lo que parece y desfilan, en forma de platos, cuentos ilusionistas, trampantojos y el abracadabra.

Un espectáculo donde todo transcurre al revés: 'Empezamos sirviendo café' -la cafetera destructuradora, en realidad, contiene caldo de mariscos- continuamos con unos churros con chocolate -tiritos de harina de maíz para mojar en judias negras- seguimos con un Bloody Mary con efectos transmutados y poderes interdimensionales -un salpicón de marisco muy especial- y terminamos con niguiris de atún -a base de arroz con leche coronado con dulce de leche coronado con dulce de guayaba.

Ceviches, tiraditos y tartares forman parte de una ruta gastronómica que viaja por Perú como punto de partida -como su lomo saltado-; Japón para coger los 'Sweet niguiris'; México, para traerse la Cochinita Pibil  -cucuruchos de cochinita y ají gallina- y Málaga, para recoger su cazón en adobo. Una cocina divertida, rica, ilusionista e ilusionante. Una pasión que ese refleja en cada plato, bebida o palabra de fantasía. 

El restaurante del abracadabra: Oceánika