<
>
 
A 18 grados bajo cero
JAGERMEISTER
 
Por EDM · Fotos: Juan Carlos Quindós
 
En meses como los de junio y julio en los que se alcanzan temperaturas máximas en Madrid de más de cuarenta grados, a uno le entran ganas de sumergirse bajo los hielos del Ártico. Jägermeister tiene la fórmula secreta para dejarnos helados.
 
Nos preguntábamos, a modo de juego, a qué lugares del mundo podríamos viajar para poder disfrutar de Jägermeister a temperatura ambiente. Nos tendríamos que marchar a un lugar como Batagay, en Rusia, o a Baker Lake, en Canadá, en donde este año se han registrado entre 18° y 20°C bajo cero con regularidad. Porque en España no es tan sencillo. Para ello quizá tendríamos que construir una máquina del tiempo y viajar al pasado. Por ejemplo, podríamos ir a Reinosa, en Cantabria; pero a la de 1971. Por aquel entonces se registró una mínima de 24,6° bajo cero. Ese mismo año, en Albacete se registró una temperatura de 21° bajo cero. O tendríamos que ir un poco más atrás y viajar a Vitoria, a la Navidad de 1962, cuando se registraron -21°, o a Salamanca, para alcanzar 20° bajo cero, en 1963. 
 
O podríamos ir al Banco Mundidal de Semillas, una especie de 'Arca de Noe' que alberga semillas de plantas de todo el mundo, ubicada en la isla de Spitsbergen en Noruega, y que mantiene una temperatura estable todo el año de 18° bajo cero y es capaz de resistir terremotos, impactos de bombas nucleares y demás desastres.
 
Pero, afortunadamente, no tenemos que preocuparnos de movernos de nuestra ciudad, o meternos en una cápsula del tiempo para ello. Tenemos dos alternativas. En casa, para ese momento tan especial, después de la cena y antes de salir, podemos tener la botella y los vasos en el congelador, y si vamos a alguno de nuestros locales favoritos probablemente tengan una de las Tap Machine, que la marca diseñó para que podamos disfrutar de un Ice cold shot de Jägermeister en las condiciones óptimas, a 18 grados bajo cero.  
 
Tradición y modernidad
 
Jägermeister es un licor de hierbas que se vende en más cien países en todo el mundo. La que probablemente sea la bebida más icónica de la noche se ha convertido en un referente asociándose a algunas de las propuestas culturales más refrescantes.
 Su modernidad ha encontrado un sólido equilibro con la mejor tradición. En su fábrica, ubicada en la pintoresca localidad alemana de Wolfenbüttel, en la Baja Sajonia, a orillas del río Oker, se suman los más estrictos controles de calidad y la innovación, con su profundo respeto por la herencia que ha forjado su leyenda. Y lo demuestra en su fidelidad al seguir la receta original desde hace más de 80 años. Y es que su calidad está presente en cada uno de sus 56 ingredientes, algunos de ellos, secretos, y que solo conocen cinco personas en todo el mundo.

A 18º bajo cero