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menus poétiques

Hay personas que son como el pan, que amasan la ilusión temprana, que se hornean lentamente y se entregan con locura al blanco amor segado, pero que el tiempo les endurece el alma que acaba deshecha en mil migas de heridas.

Otras son como el vino, que huelen a madera, a ceniza y a tierra mojada, que agitan del corazón de barrica su sangre en las venas y rezuman vida, alborotan la primavera y en exceso son malqueridas, que Neruda llamó estrellados hijos de la tierra, que nunca han cabido en una sola copa.

He conocido a personas que son como la cebolla, nana de pétalos de tristeza y amargura que no vivir saben sin enemigo cualquiera, que cubren su transparencia con duras capas de lágrimas no derramadas, que cuando ahondas hacen daño sin remedio, que se escarchan y van consumiéndose por dentro dejando tan solo un seco rastro de olor corrupto junto con sus dientes de ajo.

Y las hay como la naranja grande y jugosa, de simple, sencilla y pura belleza, que viven felices a la sombra de una rama, que tienen el alma de color redonda y el carácter de forma naranja, que son el amanecer de cualquier jodida mañana y llenan de perfume la más mugrienta de las sábanas, irresistible excitación como la de unas mejillas coloradas.

Me gusta saborear a las personas y así las hay como la pimienta, el pepino, el tomate, la canela o la albahaca...

Y luego estás tú, la sal de mi existencia.

Por Rubén Arribas. Foto: © Alan  Sailer.

Edit Nº 141. menus poétiques