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La fotógrafa neoyorquina de los grafitis
Martha Cooper
 
Por Tere Vaquerizo · Foto: Martha Cooper
 
Se podría decir que esta fotógrafa norteamericana nació con una cámara bajo el brazo: su padre tenía una tienda de fotografía y ella hizo su primera foto a los tres años. A finales de los 70 empezó a fotografiar grafitis en Nueva York, y no ha parado de hacerlo desde entonces. Todavía en activo, es toda una leyenda dentro del mundo del street art.
 
¿Qué fue lo que te atrajo del grafiti? Me fascinaban aquellos chicos que habían inventado una nueva forma de arte con su propia estética y que estaban dispuestos a correr riesgos por ello. A finales de los 70 yo era fotógrafa del New York Post, un periódico de la ciudad, y como proyecto personal empecé a fotografiar a chicos que jugaban en las calles del Lower East Side de Manhattan. Un día conocí a un chico que me enseñó un cuaderno lleno de dibujos y me explicó que estaba practicando para escribir su nombre en la pared. Aquello me interesó y él se ofreció a presentarme a un 'rey'. Ese rey era Dondi, pionero del arte urbano, y después de conocerle y hablar con él me enganché al mundo del grafiti.
 
¿Crees que el grafiti auténtico es el que se hace de forma ilegal? Hay muchos tipos diferentes de grafiti. Aquí estamos hablando de una forma de grafiti donde los chicos escriben sus firmas usando pintura en aerosol y marcadores. Hay muchos ejemplos de este tipo de grafiti pintados legalmente. Hay grandes festivales, como el Meetings of Styles, donde cientos de escritores participan y pintan grafiti de forma legal. Sin embargo, el ilegal me parece más interesante de documentar.
 
¿Qué piensas de la percepción que la gente tiene hacia el grafiti? ¿Crees que ahora está más aceptado? Ahora es mucho más visible y varias generaciones de chicos han crecido con grafitis por todas partes y lo aceptan como parte del paisaje urbano. Sin embargo, todavía hay muchas personas que lo consideran vandalismo y los principales museos de arte contemporáneo como el MoMA en Nueva York se niegan a reconocerlo como una forma de arte legítima.
 
¿Qué artistas te han sorprendido últimamente? El año pasado, en Tahití, el artista francés Astro transformó una pared plana en una arquitectura tridimensional, la ilusión óptica era increíble. También me gusta mucho Bordalo, viajé a Lisboa para asistir a la inauguración de su gran exposición. Y como evento, me gusta mucho un festival anual de grafiti que se llama Ono’u en Tahití. 
 
Después de tantos años trabajando como fotógrafa, todavía sigues activa, ¿es la fotografía para ti un modo de vida? Sí, totalmente. Miro el mundo a través de las lentes de mi cámara. Y ahora también puedo usar mi iPhone. Me siento un poco desnuda si no tengo una cámara conmigo.
 
Eres una gran coleccionista de camisetas, libros y otros objetos, ¿cuál de ellos es tu tesoro más preciado? Lo más valioso para mí son los bocetos en papel arrugado que los artistas solían llevar con ellos. Los llamaban 'esquemas originales'. Yo solía cambiarles fotos de sus grafitis por estos bocetos.
 
¿Qué proyectos tienes para este año? ¡Demasiados para mencionarlos todos! Mi próxima exposición individual será en Atlanta en febrero, pero tengo ya planificado un año lleno de viajes, festivales y exposiciones. También estoy trabajando en un libro con el equipo de 1UP en Berlín, que saldrá en mayo. Y en breve iré a Valencia para fotografiar la instalación de Okuda, que se quemará durante las Fallas.
 
¿Llegaste alguna vez a pensar que tu trabajo tendría tanta repercusión? Nunca lo habría imaginado. Pensé que el grafiti era algo que solo podía suceder en la ciudad de Nueva York, que desaparecería y yo me quedaría con un archivo único de un arte desaparecido.  
 

Ella ha fotografiado todos los grafitis de Nueva York