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Ursula Kaufmann.“Saint François D’Assise, de Messiaen” 

 Gerard Mortier, nuevas voces en el Teatro Real

A Gérard Mortier (Gante, 1943) le precede la fama. El equivalente a una guía telefónica, con titulares y entrevistas en Le Monde, The Guardian o Die Welt, que lo describen entre el carisma trasgresor y el espíritu visionario. Antes de asumir oficialmente la dirección artística del Teatro Real, Mortier ocupó la dirección de la Ópera París hasta 2009, para luego firmar por la de Nueva York, de donde salió in extremis por desavenencias presupuestarias.

La carambola americana precipitó el proceso sucesorio de Jesús López Cobos y Antonio Moral, y no sin que antes sonaran algunos otros candidatos. Fueron meses de incertidumbre en Madrid, cuyo proyecto de excelencia se parecía más a un guión de los hermanos Marx que a ese darwinismo ilustrado que parece inspirar los intentos de la dirección por abrir Madrid a Europa y jugar la champions lírica.

En su libro Dramaturgia de una pasión (Akal) Mortier define la ópera y expone las intenciones de esta tercera década como gestor. Habla de una "religión de lo humano", de un arte político, eminentemente moderno y cosmopolita. Lo primero que le llamó la atención al llegar a Madrid fue que "su teatro de ópera diera la espalda a la ciudad". Lo expresaba así durante su presentación a los medios y con la mano sobre El espacio vacío de Peter Brook. Habló en francés, aunque arrancó en español, persuadido del 25% de cosanguineidad que le procuran sus orígenes flamencos y sus años de estudio en los jesuitas de Flandes. En su despacho hay un busto de Beethoven, un retrato de Mozart y un grabado de Goya. Habla neerlandés, piensa en alemán y divaga en francés. El inglés lo deja para las entrevistas y el español, al que se entrega dos veces por semana en clases particulares, lo reserva para cuando pueda leer a Lorca, que es el salvoconducto con el que quiere abrir las puertas de la ópera al imaginario de Borges, Cortázar o Vargas Llosa y tender puentes con los teatros al otro lado del Atlántico.

En su primer año como responsable de la programación, ha reciclado algunos de los títulos previstos por Antonio Moral. Entre ellos, el primero encargo a una compositora, la polifacética Pilar Jurado, que el próximo mes de febrero estrena su Página en blanco. Rescatará también del baúl de los recuerdos Las bodas de fígaro de Emilio Sagi, el montaje de Tosca de Nuria Espert y el homenaje que Moral le tenía preparado a Plácido Domingo en su 70 cumpleaños.

No disimula Mortier su alergia pucciniana ni su natural tendencia a la opera-politique del siglo XX. Descorchó la temporada con Eugene Onegin de Chaikovski, al que sigue estos días Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny de Kurt Weill, que dirige desde el foso Pablo Heras-Casado. Más paradigmática, si cabe, es San Francisco de Asís de Messiaen, que montará en la Caja Mágica los últimos días del curso. Su intención es sacar la ópera a la calle. O dicho en cifras: reducir la edad media del público de 56 a 42 años y mantener la cuota de ocupación en torno al 95%. Es lo que se ha venido a llamar la "amortiezación" del Real, que pagará por él unos 250.000 euros al año, aunque ya ha anunciado una reducción del presupuesto del 30% en los próximos tres años y una subida del precio de las entradas en un 5%. Un cambio de hábitos que afectará también a los nuevos formatos con los que empezaba a familiarizarse el público. Más que ópera en el cine, habrá cineastas en escena. Tiene a Michael Haneke para un Cossì en 2013 y espera respuesta de Almodóvar, a quien ha confiado el universo femenino del Falstaff verdiano. Se adaptará también Brokeback Mountain.

En otra montaña, la de Salzburgo, Mortier presentó en sociedad a La Fura dels Baus, que desde aquella Condenación de Fausto han entrado en su nómina de registas predilectos (Tcherniakov, el desaparecido Wernicke, los Kabakov, Peter Sellars o los "crístofers" Marthaler y Warlikowski), que ha generado no poca expectación entre el público. Más dudas se ciernen sobre el devenir de la Sinfónica de Madrid, que después de ocho años a las órdenes de López Cobos pasará de mano en mano: Hengelbrock, Engel, Villaume, Daniel, Palumbo, Cambreling...

Texto: Manuel Dallo.

Foto: Ursula Kaufmann."Saint François D'Assise, de Messiaen". Rhur Triennale, 2003

 

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