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Julio Bocca

Julio Bocca:

Más allá de sus pies 

Aquel 22 de diciembre la retirada profesional de un bailarín casi se convirtió en un acontecimiento nacional. Corría el año 2007 y el bonarense Julio Bocca, después de un cuarto de siglo de carrera profesional, colgaba las zapatillas con un espectáculo al pie del Obelisco Porteño, ante más de trescientas mil personas.

Bailó todos los géneros que abarcaba su repertorio (ballet, tango, jazz y folclore), acompañado de figuras internacionales de la danza y la música. Tenía cuarenta años: "¿Se imagina bailar hasta los 65? Sé que muchos bailarines lo han hecho, pero no creo que sea conveniente. Además, tuve muchas lesiones y siempre dije 'quiero terminar bailando y no caminando sobre el escenario'. Y hay que dejar el camino libre para los más jóvenes", se justifica. No obstante, Bocca no se ha desconectado de la danza, sólo ha cambiado de marcha. El pasado agosto tomó la dirección artística del Ballet Nacional del Sodre de Uruguay ("quiero mantener lo clásico y también dar a conocer al público coreografías nuevas", cuenta), y dirige la Fundación Julio Bocca, Escuela de Danza Clásica y Comedia Musical, que este otoño imparte un curso de danza clásica, comedia musical y jazz en el Centro de Danza Canal de Madrid: "Puede ser un curso muy bueno en España, donde cada vez hay más espectáculos musicales en escena y tal vez no tienen una escuela donde se les explique todo a los artistas, mientras que nosotros trabajamos mucho con Broadway", opina. Tantas actividades (entre ellas no se encuentra la coreografía, según palabras del artista, "aún no estoy preparado"), palían el síndrome de abstinencia de sus fans; "mucha gente dice que me extraña", comenta. Y es que Bocca llegó a ser un mito en su país y uno de los bailarines con más reconocimiento internacional: actuó con grandes compañías (Royal Ballet de Londres o Bolshoi de Moscú) en los principales escenarios del mundo (el Metropolitan Opera House de Nueva York o la Scala de Milán). El público de sus espectáculos era tanto que más bien parecía una hinchada de fútbol: "Hay muchos grandes bailarines que pueden continuar llenando estadios. No olvidemos que el arte es para todos", apunta él. Está visto que la fama no le despegó los pies del suelo, "salvo para dar saltos sobre el escenario (risas). Tuve la suerte de tener una familia y amigos que me decían las cosas como eran. Y como buen argentino, tuve ayuda de un sicólogo en momentos de dudas".

Seguramente los fans tengan curiosidad por saber cómo es hoy un día en la vida de Bocca: "Mi día comienza muy temprano, dicto la clase con el Ballet, luego de un breve descanso comenzamos con el trabajo coreográfico y allí trabajo a la par de los bailarines, ayudándolos con los papeles que deben interpretar, más todo lo que conlleva la coordinación de una representación". Bocca no se ha desquitado de la vida de esclavo del cuidado del cuerpo que lleva todo bailarín en activo: "En un primer momento sí lo hice, pero ahora continúo con mi rutina como cuando bailaba. Me siento mejor y disfruto mucho más un buen vino y un champán, ya que no lo podía hacer cotidianamente".

La Fundación Julio Bocca y el Centro de Danza Canal ofrecen el Curso de danza clásica, comedia musical y jazz, entre el 30 de septiembre y el 11 de octubre de 2010.

Julio Bocca: más allá de sus pies