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Álbum negro

En la proliferación de títulos editados en el mercado francés firmados por autores españoles encontraremos uno de los beneficios que precisamente esta fuga de cerebros le está reportando a nuestra cantera: el género policíaco.

cómics noir

Esta exportación de talento, en algunos casos provocada y/o dinamizada por las editoriales “de aquí”, nos está permitiendo algunos lujos en las librerías españolas. Y es que el camino de ida y vuelta de nuestros autores nos devuelve lo que solo una industria con cierto peso como la francobelga puede permitirse: cierta segmentación del público y sus gustos y la querencia del lector de Bande Dessinée por el genero Noir.

El referente reciente y vigente es Blacksad, ya que en el pasado festival de Angulema se ha presentado su cuarto álbum, El Infierno, el silencio, después de cinco años de ausencia. Allá por el año 2000, unos desconocidos Guarnido y Díaz Canales colocaron un primer álbum superventas a la editorial Casterman y a la española Norma. Blacksad apoyaba un muy sólido universo gráfico de animales antropomórficos, funny animals realista al mas puro estilo Disney, en una trama que encadenaba un tópico tras otro de la tradición de la novela y el cine negros norteamericanos. De tan simplona no podía considerarse sino puro homenaje y el público francés lo entendió a la primera, y lo disfrutó, dando a la pareja de autores la oportunidad de continuar y mejorar la serie con argumentos mas complejos pero sin desperdiciar ni una sola de las claves del género: América en los años 50, conflictos raciales, débiles indefensos frente a sórdidos mafiosos, crímenes pasionales, secuestros, jazz, guerra fría, etc.

Blacksad reprodujo algunas claves comerciales con una frescura y un nivel de calidad ya poco habituales en el mercado francobelga, destacando entre el marasmo de argumentos clonados y dibujantes de brillo aparente y escasa capacidad resolutiva que pueblan las colecciones ideadas para el gran público. Y como buena industria que es, la francesa gusta en repetir o copiar sus éxitos. En los últimos años otras dos series de álbumes a todo color están lustrando el catalogo de la editorial Dargaud. Y si el género policíaco a nuestros editores vecinos suele darles cierta confianza, a la editorial Diábolo le está reportando no pocas alegrías.

En 2007 los catalanes Roger y Raule, bregados en la independencia de los noventa, acumulaban suficiente trayectoria como pareja creativa como para no temerle al dragón galo y la primera entrega de Jazz Maynard satisface más que de sobra a la crítica y el público. Poco después verá la luz la edición española. Hasta la fecha han sido cuatro álbumes de una serie abierta, planteada para continuar mientras los lectores lo sigan permitiendo. El trompetista Maynard regresa a los bajos fondos de Barcelona y muy pronto se meterá en problemas. A través de hábiles flashbacks reviviremos la crónica sentimental y el duro pasado del protagonista,  pero también nos veremos envueltos en rocambolescos atracos y golpes maestros, actualizados con cierto tinte superheróico. En España la cosa no ha caído mal tampoco. Diábolo acaba de reeditar, esta vez en una elegante versión ByN, los primeros tres tomos en una edición integral.

Otro tándem creativo, Robledo y Toledano, habían ensayado el proyecto Ken Games en la revista Dos Veces Breve, y ese formato corto sirvió de presentación para ese mismo editor, Dargaud. Y gracias a la apuesta francesa, de nuevo Diábolo da en el clavo con un proyecto ambicioso y de calidad. Ken Games es una trilogía cerrada que ha supuesto la confirmación de dos dibujantes que colaboran desde hace una década. Todo un esfuerzo en complejidad narrativa y un espectáculo gráfico elegante y vigoroso. Los protagonistas son un matemático, un banquero y una maestra que ocultan un triangulo de mentiras y engaños en torno al boxeo, el juego ilegal y el asesinato por encargo. Y de nuevo una cierta épica en las escenas de acción, un toque americano.

Cerraremos este Cuarteto Negro con un autor solitario y melancólico como Fermín Solís, que en 2007 ya estaba bien asentado como uno de los nombres relevantes del cómic autobiográfico y de autor. Pero fue bajo la editorial madrileña Dibbuks que pudo permitirse el lujo del formato álbum y a color. Lunas de Papel supuso ese año una delicia a los ojos y una historia perfectamente fiel al género policíaco: mujeres, traición, venganza, frases lapidarias y un perdedor protagonista muy habitual en la obra de Solís. En Lunas de Papel el tempo narrativo, sin embargo, se mantiene en los parámetros de la “nueva ola” de los noventa así que bien merece la pena rescatar este Fermín Solís tres bien polar.

Texto: Christian Osuna

Álbum negro