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Anne Bogart

Anne Bogart
Cátedra Escénica

Cuando Robert Wilson (Texas, 1941) cumplió 70 años Anne Bogart reestrenó Bob, la obra que había creado inspirándose en él en los años 90.

El nombre de Robert Wilson se pronuncia con devoción por todos los teatros del mundo, aunque este artista influido por la filosofía oriental también se dedica a las artes plásticas. La calma y la sofisticación lumínica son características de sus obras. "La luz es esencial para dar unidad al conjunto, para mí es el elemento primario. Sin luz no hay escena", nos contaba, a propósito de la entrevista que le hicimos con motivo del estreno en Madrid de su Vida y muerte de Marina Abramovic en el Teatro Real la pasada temporada.

Aunque, por encima de todo, su teatro se distingue por ser experimental. "Las posibilidades del teatro son infinitas", sostiene. "Se puede hacer danza en una bañera o se puede montar una ópera en un teatro moderno que te obligue a manejar todo tipo de recursos tecnológicos. A mí me interesan ambas cosas". Uno de sus montajes más destacados, KA MOUNTain and GUARDenia Terrace, se representó en una colina iraní, y tuvo una duración de siete días. "En él no utilicé nuevas tecnologías, la iluminación la conseguí con fuego. Y había momentos de silencio en los que solo se escuchaban los sonidos del entorno, como ladridos de perros, viento".

Ahora, charlamos a distancia con Anne Bogart sobre su pieza Bob. Bogart es una de las dramaturgas estadounidenses más innovadoras e influyentes; no en vano, el director artístico del Teatro de Louisville, Jon Jory, ha dicho de ella que es "la teórica teatral más importante desde Stanislavski y Brecht." Ganadora de varios premios Obie, es cofundadora del Saratoga Theatre Institute (SITI), y entre los varios libros que escrito se incluye And Then, You Act, un referente para la formación actoral en todo el mundo.

¿Por qué ha hecho una obra sobre Robert Wilson? Siempre me ha interesado como creador. Me parece como si fuese de otro mundo, nunca he podido entender cómo es capaz de alcanzar esa sofisticación estética y ese ritmo. Para mí ha sido como un referente artístico, aunque no haya estado plenamente de acuerdo con todas sus teorías.

¿Cómo fue el proceso de creación de Bob? Cuando el actor que lo interpreta, Bondo (Will Bond) colaboró con él en un espectáculo en los años 90, le pedí que me describiera cómo era. Bondo se puso a imitarlo. Yo me moría de la risa. Entonces le pregunté, en broma, "¿Serías capaz de hacer de él en una obra?". Y una crítica de arte que estaba por allí, Jocelyn Clarke, dijo: "Tú deberías dirigir algo así". La miré y le dije, "La dirigiré si tú la escribes". Unos meses más tarde, mi madre enfermó. Yo tenía que cuidarla y apenas dormía por las noches. Así que le pedí a mi asistente que me enviara entrevistas que le hubieran hecho a Robert Wilson. Todo lo que me parecía reseñable, lo grababa. Acabé teniendo cientos de páginas. Se las pasé a Jocelyn, y no sé cómo, me las resumió en 30, a partir de las cuales hicimos el guión.

Entonces, ¿es un retrato realista de Wilson? No del todo. Habla de él, pero aprovecha lo que dice como excusa para analizar la familia, el arte y la cultura de Estados Unidos.

¿Por qué ese título, Bob, el diminutivo de su nombre? Queríamos que se apreciara el cariño y admiración con el que lo tratan en muchos países, en especial europeos.

Bob terminó convirtiéndose en la primera parte de una trilogía sobre el proceso de creación artística. Así es, por eso digo que no es exclusivamente una obra sobre Robert Wilson, sino que quiere hablar de más cosas, y quiere integrarse en un triple documento sobre la creación, siempre inspirado en artistas. La segunda parte de la trilogía, Room, está inspirada en la vida y obra de Virginia Woolf, y Score se centra en la figura de Leonard Bernstein.

¿Está Wilson a la altura de esos otros artistas, ha sido igual de influyente que ellos? Yo creo que sí. Ha hecho aportaciones fundamentales al teatro actual. Son muchos los dramaturgos que consideran que les influye y les inspira. Él ha demostrado la funcionalidad de la austeridad escénica, ha desarrollado unos estudios sobre la luz muy valiosos, y nos ha acercado a la cultura oriental.

Hay un momento del espectáculo en que Wilson dice: "El realismo mata al teatro". ¿Está de acuerdo? No, yo creo que una de las grandezas del teatro es lo abierto que puede ser. El naturalismo es igual de válido que la abstracción o el expresionismo. No creo que el realismo sea una debilidad.

¿Qué piensa Robert Wilson de la obra? Le gusta, se siente halagado e identificado en la parte que ha de estarlo.

¿Cómo cree que le afectan las nuevas tecnologías al teatro? ¿Debe éste adaptarse a ellas? Esa es la pregunta del millón. Hay quien quiere integrar las nuevas tecnologías y hasta las redes sociales en el teatro. Pero yo no soy de esa corriente de opinión. Yo creo que cada vez nos relacionamos menos en persona, unos con otros. Las nuevas tecnologías nos ponen en contacto a tiempo real salvando grandes distancias. Lugares como el teatro tienen algo de movimiento de resistencia, son de los pocos espacios donde el contacto humano permanece.

Su compañía SITI cumple ahora 20 años. ¿Cómo la describiría para quien no la conoce en España? Bueno, yo soy cofundadora, junto con Tadashi Suzuki. Se nos ocurrió que tuviera dos localizaciones, una en Estados Unidos y otra en Japón, pero que los actores de ambas procedencias pudieran actuar conjuntamente en los espectáculos. Así que es intercultural. La compañía ha formado ya a miles de actores, es parte de sus objetivos.

¿Conoce España? Solo Barcelona, pero voy a ir a Madrid cuando se estrene esta pieza.

¿Y nuestro teatro? El contemporáneo no, lamentablemente. Sí sé de la importancia de los autores del Siglo de Oro, fundamentales en la ruptura hacia la modernidad teatral.

Bob. Teatro Valle Inclán (Plaza de Lavapiés). Del 15 al 17 de noviembre. cdn.mcu.es

Texto: Paloma F. Fidalgo. Ilustración Robert Wilson y Anne Bogart: Nuria Cuesta.

Anne Bogart: Cátedra Escénica