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Arquitectura y performatividad

Por Fernando Quesada

A partir de su trabajo performativo, las oficinas aquí mencionadas ofrecen modelos de práctica arquitectónica de enormes posibilidades en un escenario social, económico y político que exige una renovación profunda de sus procedimientos y una mayor "inclusividad" de la sociedad en su conjunto a la hora de determinar activamente la forma de sus viviendas, sus ciudades y sus paisajes.

Es habitual encontrar la palabra performatividad y sus derivados en los discursos que rodean a la arquitectura actual. Esta palabra posee dos acepciones según se siga la terminología francesa o la anglosajona. En la primera, se refiere al comportamiento ejemplar o efectivo, por lo que se vincula a la idea de rendimiento y al mantenimiento del statu quo.

En la segunda se refiere a la pura acción y a las capacidades de cualquier acto para producir una transformación, incluyendo los de la propia palabra; por ejemplo, en la inauguración de un buque suele lanzarse una botella de champagne contra su quilla.

Según la acepción anglosajona el mero hecho de decir "queda inaugurado…", con independencia de que el acto venga acompañado del lanzamiento de la botella, realiza el acto de inaugurarlo, siempre y cuando se realice en el marco adecuado, con barco y en un acto público.

A esta última acepción de performatividad se refieren, explícita o implícitamente, algunas oficinas jóvenes de arquitectura madrileñas. La más conocida es la del arquitecto Andrés Jaque, que mantiene en paralelo una plataforma digital llamada Oficina de Innovación Política en la que desarrolla colaboraciones interdisciplinares que apoyan a la actividad arquitectónica del estudio.

Uno de sus objetivos es la producción de obras de arquitectura, instalaciones y material teórico que ahonda en las capacidades performativas de la arquitectura en relación con un tema central: la investigación sobre las nuevas formas de domesticidad y su relación con las nuevas formas de consumo. Si la teoría crítica tradicional trata al consumidor como víctima y al espacio doméstico como lugar carente de política, esta oficina investiga formas de consumo disidente y crítico en los ámbitos de la casa y en las vivencias cotidianas de lo doméstico.

Para ello realizan trabajos de campo en el tejido social, análisis de los hábitos de consumo y propuestas de uso del espacio y de los bienes de consumo desobedientes con respecto a lo que podemos llamar "instrucciones de uso", tanto del espacio de la casa como de los bienes de consumo.

La oficina Elii Estudio (Uriel Fogué, Eva Gil y Carlos Palacios), comparte con la anterior algunas preocupaciones alrededor del ámbito doméstico y sus posibilidades de disidencia desde lo performativo, pero también mantiene un enorme interés por la escala urbana y, sobre todo, por el papel que juegan las infraestructuras en nuestras ciudades.

Su propuesta es la de producir espacios arquitectónicos y urbanos que propicien, como un primer paso, el debate ciudadano sobre las decisiones políticas y de diseño que afectan a las infraestructuras urbanas, ofreciendo también arquitecturas que poseen un alto valor comunicativo y que persiguen visibilizar los procesos de funcionamiento de aquellas que, normalmente, permanecen ocultas al ciudadano.

Históricamente la ciudadanía no ha participado en las grandes decisiones sobre las infraestructuras, como las redes de transporte y de distribución de energía, que han sido tratadas como asuntos de estado sin abrirse al debate público ni a la participación, y que además discurren de modo invisible bajo tierra como si no formaran parte de las ciudades.

Actualmente, sin embargo, estas mismas infraestructuras tienen mayor presencia que nunca en nuestras vidas, sobre las que ejercen un control permanente que esta oficina reclama como un asunto ciudadano desde una posición de defensa de una ecología política a la que la arquitectura puede contribuir con propuestas concretas.

La oficina PKMN (Rocío Pina, David Pérez, Enrique Espinosa y Carmelo Rodríguez Cedillo)  también comparte planteamientos similares, pero han mantenido un interés particular en la exploración de la capacidad de la arquitectura para producir comunidad, sobre todo a nivel local. Una de sus señas de identidad es su trabajo realizado para ayuntamientos y empresas I+D+i,  invirtiendo el protocolo habitual de los procesos de generación de marcas de consumo.

Si las empresas lanzan productos para posteriormente introducirlos agresivamente en los mercados generando, mediante la publicidad, la necesidad de su consumo, PKMN han realizado propuestas que generan objetos y obras arquitectónicas de pequeña escala a partir de un trabajo inicial de identificación de las necesidades reales de los usuarios.

*Fernando Quesada, es arquitecto y autor del libro Arquitecturas del Devenir, Ediciones Asimétricas, Madrid 2014

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