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Triángulo amoroso. Paula Bonet

Texto: Paloma F. Fidalgo

Una mirada al origen de todo, pasado el fervor de 'Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End', el intimista libro que la convirtió en la ilustradora de moda. 'Su repercusión me pilló por sorpresa. Estaba poco acostumbrada a tal exposición', cuenta Paula Bonet, que dedica su nueva obra, 813 (Ed. La Galera), al cineasta François Truffaut, porque 'con 22 años descubrí su cine y me obsesionó su manera de contar historias. Y con el tiempo, reconocí su influencia en mi trabajo'. Con textos e imágenes, analiza algunos de los triángulos amorosos que ideó el director francés.

Tu libro anterior, Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End, reúne todo tu universo. ¿Es influencia de Truffaut que te enfrentes a ti misma en tu obra, como hizo él en gran parte de su filmografía?
Pienso que sí. Creo que conocer la obra de Truffaut y ver que la autobiografía puede ser útil y valiosa para el trabajo creativo, y que además ayuda a otros, al verse reflejados, a entenderse o tomar decisiones en ciertos momentos, me desvincula de todos los prejuicios que tenía a la hora de hablar de mí misma. He aprendido muchísimo de François Truffaut, y no solo en el plano creativo, también en la manera como se relacionaba con el concepto 'Arte', con sus colegas de oficio, con su público, con la gente que tenía a su lado y que era imprescindible para que su trabajo llegase a buen puerto.  

Gran parte de 813 lo dedicas a las relaciones que vinculaban a los personajes de tres películas de Truffaut: Jules y Jim, La mujer de al lado y La piel suave.
Quería que, a pesar de la extensión del libro (184 páginas), quedara retratada la complejidad de su trabajo, sus modos de hacer. Elegí estas tres películas para explorar las coincidencias que hay entre ellas. A pesar de sus diferencias abismales, son muy parecidas: las tres se estructuran en triángulos sentimentales (también la relación de Truffaut consigo mismo, a través del personaje Doinel y del actor Jean-Pierre Léaud, estaba basada en un triángulo). Las tres tienen un desenlace similar en el que la figura femenina decide el destino trágico de los personajes principales.

Las tres son duras, trágicas y cómicas al mismo tiempo. Las tres plantean cuestiones muy importantes sobre las relaciones sentimentales, sobre los lastres que se nos han impuesto socialmente y arrastramos tristemente casi con orgullo. Y las tres son el retrato preciso y fiel de una realidad que, a pesar de haber sido filmada entre los años 60 y los 80, está todavía muy presente. Los vasos comunicantes que vemos en estas tres películas podrían ser una metáfora de muchas de las situaciones que François Truffaut vivió en primera persona.

Truffaut mitificaba a sus actrices, le parecía que las películas podían valer la pena solo por ellas. ¿Cómo lo ves?
Creo que sus actrices eran el lugar en el que volcaba toda su fuerza, un lugar donde proyectaba sus deseos, sus anhelos, sus miedos, sus cualidades preciosas, las que lo llevaban al éxito. Pienso que necesitaba enamorarse de ellas (al margen de, claro está, todos los traumas infantiles que arrastraba) para hacer físico todo lo que encerraba dentro de sí mismo. Pienso que el amor le permitía sentir honestamente que lo que estaba haciendo tenía valor. 

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¿Te has 'enamorado' de algún personaje de Truffaut? Sí. Claro. Durante mucho tiempo, cuando rondaba los veinte años, me identificaba fuertemente con todos sus personajes femeninos (Adèle, de Diario íntimo de Adèle H.; Nicole, de La piel dulce; Mathilde, de La mujer de al lado).

Además, en aquella época, solía verme involucrada en relaciones sentimentales que no me convenían, y mi afición al melodrama salía a flote. Esos personajes femeninos eran el espejo perfecto en el que mirarse. Me identificaba con ellas, y lógicamente me medio enamoraba del personaje masculino de turno, donde veía claramente a François Truffaut. Es curioso, reviso esas películas diez años más tarde y me sorprende observar que todas las cualidades que volcaba en aquellos personajes femeninos me resultan muy difíciles de ver ahora mismo.  

Este es el segundo libro íntegramente tuyo, te has encargado tanto de los textos como de las ilustraciones. ¿Es la línea que quieres seguir? 
Me gustaría. Valoro mucho que una editorial me contacte como autora y no para ilustrar el trabajo de un tercero, y disfruto enormemente del proceso creativo y de mi independencia.  

¿Qué te diría Truffaut si viera el libro? 
No tengo ni idea. Pero me encantaría que lo tocara de algún modo. Me encantaría que me dijera que lo he entendido, que he comprendido cuál era su objetivo y me he acercado al núcleo de la obra de arte que nos ha legado.

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Paula Bonet. Amor por Truffaut