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borja, prada, entrevista, sueños, cultura, periodista, duende

Viajar a cámara lenta

Por Rebeca Queimaliños 

Borja Prada García estudió periodismo, fue friegaplatos, cocinero, bibliotecario, segurata, sobrevivió en Edimburgo y el pasado mes de diciembre decidió regresar a España. Su cabeza viaja a la velocidad de la luz, pero había dos ideas adheridas a su cerebro: la imagen infantil de su abuelo como Curro Jiménez y el sueño crónico de convertirse en corresponsal de guerra
 
Así que decidió combinar los dos conceptos y crear una nueva idea de viaje periodístico. Desde el 21 de abril recorre caminos secundarios desde Huelva a Zamora a lomos de un burro. Viaja con un cuaderno, una cámara analógica Mamiya, carretes de 35 mm y tiempo. Borja ya no utiliza el concepto espacio/temporal como referente. Ahora viaja en zig zag, descubre, escribe, lee, aprende y escucha. Su idea era terminar el viaje en julio. Pero cree que llegará en agosto. No le interesan los puntos A y B, 'Si no el camino entre esos dos puntos'. 

 
Responde al teléfono desde el pueblo pacense de Torremejía después de aprender a ordeñar con un pastor trashumante de 72 años. Sus referentes literarios son Robinson Crussoe, Ernest Hemingway o la escritora australiana Robyn Davidson, que atravesó 1.700 millas en camello y escribió el libro Tracks. Borja Prada también escribe mientras camina. Su idea es publicar dos libros: un diario de viajes desde la perspectiva de su burro Wilson y otro, fotográfico, con retratos de las personas con las que tropieza en el camino. En su tumblr publica píldoras, historias diminutas de una vida nómada, pero retiene en su memoria aventuras fascinantes sobre superhéroes de barrio. Vidas modestas con historias soberbias. Le pedimos que nos resuma su viaje en cuatro en cuatro personajes. Y esta es la selección. 
 
WILSON. El burro. Con mayúsculas. Su abuelo le aconsejó no comprar un animal 'entero' para evitar problemas. Pero Wilson no está capado y se ha convertido en una extensión de Borja. Tiene ocho años y es el primero en comer y beber cuando finaliza la ruta. Lo donará a una asociación protectora de animales cuando finalice el viaje. Pero mientras viaja sobre su lomo, es su confidente.
 
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Manolo 'El Raposo'. Es el exdueño de Wilson. Heredó la taberna de su abuelo en Moguer (Huelva), empezó a servir comidas y le ha ido  bien en los negocios. 'Es un tipo tan currante como humilde. Nunca se le ha subido el dinero a la cabeza'. En el año 92, con tres niños, se fue un mes de mochilero a Marruecos. Y, desde entonces, viaja cada año con una ONG a países en vías de desarrollo. Todavía conserva otros dos burros pequeños. Borja le ha escrito una poesía que ha compartido en las redes sociales. Y empieza así: 'Don Manolo Raposo es generoso y muy llano, tiene más corazones que dedos en las manos […] Nunca cuenta los segundos para ayudar al más extraño'.
 
 
Gerhard Illy. Este suizo fue nómada, es viajero, le gustan las cámaras analógicas y ha tocado la batería con Madonna. La noche en que se conocieron, amanecieron en los bares. Su pareja se llama Liliana y ocupó El Calabacino en la década de los 80. El Calabacino es un pueblo de la sierra de Huelva que todavía mantiene el espíritu utópico de la época de Woodstock. Illy y Liliana ya no viven allí, pero Borja decidió acercarse… 
 
 
Becca. Es californiana. Y vive en El Calabacino. Los vecinos han conseguido legalizar el pueblo, pero todavía no tienen agua corriente, luz, electricidad o calles asfaltadas. Los habitantes del pueblo son reacios a la prensa y las fotos. 'Se han acostumbrado al sensacionalismo y al tratamiento superficial (y crónico) de su historia. Así que son reticentes a los periodistas'. Sin embargo, Borja empatizó al primer asalto. Los vecinos utilizan el burro para trasladarse por la zona, así que Wilson fue el acceso VIP a El Calabacino…  
 

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