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Hasta la Buena Vista Social Club
 
Por Benjamín G. Rosado. Fotos: Alejandro González 
 
Los supervivientes de la orquesta Buena Vista Social Club se despiden tras 16 años de conciertos con una última gira que culminará en La Habana a mediados del año que viene. Planteado como un homenaje a los fundadores de la formación que Win Wenders inmortalizó en su famoso documental, el 'Adiós Tour' vuelve sobre los grandes clásicos (Chan chan, Dos Gardenias, El cuarto de Tula…) y presenta las canciones inéditas de su último disco, Lost and found. Éste es el testimonio de una generación irrepetible que hizo bailar al mundo al ritmo de la música tradicional cubana.
 
Omara Portuondo (la voz). 'Recuerdo con nostalgia los primeros años de Buena Vista Social Club. Yo en realidad iba para bailarina pero la vida me llevó por otros caminos. Actué en un par de películas, bailé, canté y viví tan intensamente que parecía que el mundo fuera a acabarse cada noche.
 
Los buenavisteros nos propusimos enseñar a Europa las raíces de la música cubana, y vaya si lo conseguimos. Tuve la enorme fortuna de conocer a Edith Piaf, a Nat King Cole y a otros músicos geniales. Con mi admirado Serrat no he coincidido todavía, pero todo se andará. Tengo 84 años pero me siento igual de joven y bella que cuando tenía 15. Soy una octogenaria muy adolescente'.
 
Elíades Ochoa (guitarrista y cantante). 'Cuando se montó el proyecto de Buena Vista yo estaba grabando en Londres y me cogí rápidamente un avión para empezar a trabajar con Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Rubén González… Aquellos primeros días se han grabado a fuego en mi memoria. Todos los ensayos eran especiales porque todos queríamos aportar lo mejor de nosotros mismos. Luego vino la gira y el concierto en el Carnegie Hall de Nueva York, que fue como un 'home round' con la base llena, algo absolutamente inolvidable. De Madrid me quedo con su buena gente y excelente gastronomía, aunque el boniato hervido lo hacemos mejor allá'.
 
 
Jesús 'Aguaje' Ramos (trombonista). 'Buena Vista más que una banda ha sido un fenómeno social. Cuando Juan de Marcos nos invitó a participar en el disco lo pasamos en grande. Más que un trabajo fue como una reunión entre viejos amigos. No imaginábamos el impacto que tendría aquello porque en Cuba la música tradicional estaba prácticamente olvidada. A raíz del disco, las cosas fueron diferentes y no hubo país que se resistiera a nuestra música.
 
Ahora les toca a las nuevas generaciones conservar el legado que dejamos y seguir difundiendo géneros como el chachachá, el bolero, la guaracha… La música hay que estudiarla, sí, pero sobre todo sentirla. Lo importante es tocar con el corazón'.
 
Barbarito Torres (laudista). 'El éxito que haya podido tener Buena Vista se debe a que la música que hacemos es permeable a muy diferentes sensibilidades. Los temas que tocamos llegan al corazón de la gente pero no en todas partes se bailan igual.
 
Para mí Buena Vista tiene mucho que ver con un espacio lleno de gente bailando, pero me acuerdo que al principio Ry Cooder me decía que aquel sonido de los años cuarenta tan nuestro la gente lo escucharía al llegar a casa, tirada en el sofá, mientras se tomaba una copita. Nosotros hacemos la música que hicimos siempre. Que cada cual la sienta como quiera'.
 
 
Guajiro Mirabal (trompeta). 'Para mí no hay más música que la cubana ni más esencia que la de los viejos estilos. En todos estos años el gran logro de Buena Vista Social Club ha sido lograr romper las barreras del lenguaje. La gente entiende perfectamente lo que decimos sin necesidad de hablar nuestro idioma, y eso es algo muy difícil de conseguir.
 
Creo que aunque el proyecto se acaba hay Buena Vista para rato. El ingreso de mi nieto [Luis Manuel Mirabal] en la orquesta fue una gran alegría para mí, pues de alguna manera garantizaba el relevo generacional. Esta última gira es tan emocionante como la primera. Nos hemos hecho viejitos pero la música sigue ahí. Quizá no sea un adiós sino un hasta la vista'.

Hasta la Buena Vista Social Club