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Jazz en dos minutos
 
Por Pablo Sanz. Ilustraciones de Jorge Arévalo
 
Pablo Sanz, uno de nuestros más importantes periodistas especializados en Jazz, nos ofrece un suculento plato para degustar 'en dos minutos' un género musical tan rico y querido por distinguidos paladares como también tan desconocido. Sin duda, los ingredientes esenciales para cimentar tus futuras catas jazzísticas. 
 
La cultura popular universal encuentra en el jazz a una de sus expresiones musicales más jóvenes y decisivas. Con poco más de cien años de historia, el jazz ha marcado desde sus orígenes el desarrollo y evolución de otros géneros musicales de raíz eminentemente popular, desde la música clásica y el folk hasta el pop o el rock. Nació en EEUU a finales del siglo XIX, como consecuencia del abrazo de la cultura africana y la europea, pero hoy pertenece al mundo entero. La flexibilidad de su estructura musical, apoyada por una abierta y decidida querencia hacia la improvisación; la altura y profundidad de su entramado técnico e interpretativo; y la inmediatez y originalidad de su manifestación final, convierten al jazz en una de las músicas más representativas e influyentes de la cultura popular contemporánea. Y lo es, mucho más allá de ideas preconcebidas como que es una música hecha por negros americanos: hoy el jazz es una de las bandas sonoras más reconocidas de nuestro mundo
 
 
Los orígenes del jazz se remontan a finales del siglo XIX, época en la que centenares de africanos fueron trasladados a Estados Unidos para trabajar como esclavos en el campo y en el ferrocarril. El encuentro de las dos culturas, la africana y la europea, motivó el intercambio de sentidos musicales dispares, provocando el surgimiento de nuevos conceptos rítmicos y melódicos, y nuevos comportamientos musicales. Las canciones de trabajo -denominadas work songs- y la música religiosa negroamericana –definida a través de los spirituals and gospel songs- de los esclavos negros, se vieron obligadas a convivir con el country, la música clásica y otras manifestaciones de corte europeo ya instaladas en el país norteamericano. Todo ello desembocó en el blues, un latido afroamericano que creció prodigiosamente a principios del siglo XX en Nueva Orleans
 
La existencia de una amplia población criolla en esta la primera gran capital del jazz provocó, armoniosamente, la sofisticación y el desarrollo musical del blues, hasta derivar en una nueva música con personalidad e identidad propias que llamaron 'jazz'. Uno de sus músicos pioneros, el pianista Jelly Roll Morton, acostumbraba a presentarse en sociedad como 'inventor del jazz'; prescindiendo de este arrebato de vanidad, que bien debiera haber compartido con King Oliver, y aun reconociendo su nada desdeñable aportación, lo cierto es que fueron otros hombres quienes definieron el jazz: Fletcher Henderson, Sidney Bechet, Louis Armstrong, Bix Beiderbecke, Count Basie o Duke Ellington, principalmente.
 
Todos ellos ampliaron el lenguaje del jazz abriéndolo al territorio de la creación improvisada y al juego orquestal libre, en el que la verdad musical del individuo contrastaba con la complejidad interpretativa del colectivo. Fue la época dorada del famoso Cotton Club neoyorquino, cuando el jazz vivía su adolescencia, abandonaba el ghetto, y se preparaba para conquistar las más ilustres salas y teatros de conciertos. 
 
El peregrinaje del jazz por el siglo XX ha sido tan importante como vertiginoso, a pesar de su corta existencia. Las revoluciones estilísticas, apadrinadas por músicos venerables como Thelonius Monk, Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Charles Mingus, Miles Davis, John Coltrane, Ornette Coleman, Sonny Rollins, y tantos y tantos otros, se ha producido se manera regular, estable y coherente. Así, cada década suele representar una escuela jazzística; los 30, el swing; los 40, el bebop; los 50, el cool jazz y el hard bop; los 60, el free jazz; los 70, la fusión; y los 80 y 90, el jazz moderno y contemporáneo, que es una amalgama de historia y vanguardia. 
 
Hoy el jazz sigue buscando nuevos horizontes expresivos, porque, ante todo, es una música rebelde e inconformista que busca el impulso creativo hasta en la versión. Nos acompaña a través del cine, la radio y la televisión, en la oficina, en casa, en la calle,... y, sin embargo, siempre suena distinto, porque nace rebelde y vive libre, en el filo del instante.  Pablo Sanz colabora en El Mundo y la revista Scherzo. 

Jazz en dos minutos