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Demonios neoyorquinos 
Elvira Lindo
 
Por Paloma F. Fidalgo · Foto de la cuenta Instagram de Elvira Lindo
 
En Lugares que no compartiría con nadie, Elvira Lindo nos hablaba de sus rincones favoritos de Nueva York. En Noches sin dormir, un diario al que incorpora sus propias fotos y escribió en las horas de insomnio que le provocaba la ciudad, ajusta cuentas con ella ahora que la abandona, tras once años viviendo allí. Se queja de la dureza del clima o de la desigualdad y de paso, reflexiona sobre la escritura, la fama, la familia…
 
Es un diario literario bastante íntimo. Creo que no tanto como dice la gente, supongo que porque hablo de mi marido (Antonio Muñoz Molina), que es una persona pública, y sobre todo porque soy una mujer. Lo que escribe una mujer, se mira con otros ojos. Ha habido suficientes ejemplos de diarios escritos por hombres contando lo que ocurre en su día a día que no llaman la atención por su grado de intimidad. Yo soy bastante reservada con la mía, aquí solo quiero hablar de lo cotidiano. 
 
El libro está plagado de fotos, algunas sacadas de su divertida cuenta de Instagram. Sí, me gusta Instagram. Dentro de las redes sociales, creo que es la más inocente, donde se entra con alegría y buena disposición, y no cuajan los comentarios negativos. Creo que los periodistas hemos sobrevalorado Twitter, nos gusta entre nosotros. De hecho, está descendiendo su uso y supongo que acabará sepultado por su propia corriente de opiniones. 
 
¿En qué se diferencia un neoyorquino de un español? El neoyorquino se construye mucho más a sí mismo, mientras que el español se construye en gran medida a partir del grupo. Seguramente sea más fácil definir al español al poco de conocerlo, por cómo viste o cómo se comporta, que delata a quién vota, si es o no religioso, si tiene estudios… Un neoyorquino, al ser su sociedad menos tendente a lo colectivo, se construye de manera más solitaria, imprevisible, salvaje en cierto modo. Además, allí los individuos tienen que luchar contra más cosas, nosotros tenemos una vida más fácil. Y no hablo de economía sino del clima, del ser adolescente, de estar acompañado, de poder recurrir a la familia durante toda la vida… 
 
Supongo que en eso tiene que ver su sistema político, tan liberal y poco intervencionista. Sí, la derecha estadounidense tiende a desproteger al individuo, sobre todo la de los últimos treinta años. Pero se aprovecha precisamente de eso que está muy incrustado en el carácter americano: que cada uno tiene que sacarse las castañas del fuego, del 'hazte a ti mismo', del 'por qué el Estado se tiene que entrometer en mi vida'. Lo que aquí parecería una barbaridad, que es la desprotección en ciertos momentos de la vida, que hace que los recortes de la crisis hayan resultado especialmente traumáticos, allí no lo es. Y cabría pensar que los más pobres votan a los demócratas, pero no es así. 
 
¿Qué puede aprender Carmena del actual alcalde de Nueva York? Empezaría pensando qué podemos aprender los madrileños de los neoyorquinos. Allí, como el servicio público es tan diferente y menor, hay cosas que no se esperan del ayuntamiento, y se crean movimientos vecinales muy fuertes, serios y comprometidos. Yo lo veía junto al parque donde vivía, el River Side Park. La gente, en equipos o individualmente, hacen jardinería por el parque, y de manera muy cuidadosa. En cuanto al alcalde actual, me cae bien. Giuliani era un hombre muy reaccionario, pero mucha gente le está agradecida porque, con mano de hierro, devolvió la seguridad a la ciudad. Este alcalde es más progresista, y Carmena no creo que tenga nada que aprender de él, pero sí tendrían muy buena relación, por lo dialogante que es ella.
 
Obras que le gusten especialmente sobre Nueva York. Los cuentos de John Cheever, en especial Oh, ciudad de sueños rotos, que la define muy bien. Y sobre el sueño americano, Revolutionary road. 
 
Un lugar literario que visitar allí… A la gente le gusta ver Strand, la gran librería, que desde luego es un espectáculo. A mí me abruma. Recomendaría Three Lives, una librería preciosa, muy literaria, pequeña. Además, hace poco publiqué un recorrido por el Nueva York de Dorothy Parker, me encantan esas experiencias. Y musicalmente, iría a la casa de Louis Armstrong. Sorprende lo humildemente que vivió, en Queens, uno de los grandes del siglo XX.   

Los demonios de Elvira Lindo