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Janet Echelman
Arte al viento
Por Ylenia Álvarez
 
Madrid 1.8 es la instalación de Janet Echelman, todo un referente del arte público internacional, que acoge la Plaza Mayor a partir del 9 de febrero. Conformada por una malla de capas de fibra trenzada y anudada, tiene un tamaño de 45 metros de largo por 35 de ancho y 21 de alto. Es la cuarta obra de arte público expuesta en el programa Cuatro Estaciones del Ayuntamiento, por el IV centenario de la Plaza.
 
Las instalaciones de Janet Echelman (Tampa, Florida - EEUU, 1966) han ido poco a poco conquistando espacios urbanos de todo el mundo, desde Seattle, Oporto o Praga a Londres o Singapur, a modo de gigantescas esculturas que danzan al viento. Por eso a cualquiera le sorprende que en realidad empezase su carrera como pintora abstracta, aunque ya entonces sus trabajos solían mostrar redes interconectadas. 
 
En 1997, una década después de sus comienzos, todo cambió para ella. Viajó a la India con una beca Fulbright para enseñar pintura y con la intención de exponer en nombre de la Embajada de Estados Unidos, pero se acercaba la fecha de la exposición y aún no había recibido ni sus pinturas ni sus herramientas habituales. 'Estaba en un aprieto terrible. Caminé a lo largo de la playa mirando a los pescadores agrupando sus redes en montículos en la arena. Era algo que había visto todos los días, pero esta vez lo vi de manera diferente: un nuevo enfoque cercano a la escultura, una manera de hacer una forma volumétrica sin materiales sólidos pesados', relata la artista. Justo ahí, y en colaboración con esos pescadores, nacieron sus primeras esculturas.
 
Su curiosidad le llevaría también a aprender otros métodos tradicionales usados por artesanos de todo el mundo, aunque siempre con intención de reinterpretarlos con nuevos materiales y tecnologías. Según ella misma explica, como 'una manera de conectar nuestro pasado, presente y futuro'.
 
 
En algunas de sus instalaciones añade interactividad con sistemas artificiales, y en otras prefiere apostar por la interactividad con el público. Por eso, a veces invita a las personas a usar sus teléfonos móviles para seleccionar colores y hacer gestos que se proyectan con luz de color en la superficie de la escultura y crear así una obra de arte cívica comunitaria. 'A menudo se culpa a la tecnología de aislarnos unos de otros, pero algunos de mis trabajos son una prueba de que podemos usarla para conectarnos si así lo decidimos', afirma.
 
Además, ya que somos responsables de la forma en que nuestras ciudades se ven y funcionan, ella cree que podemos hacerlo de manera diferente. 'Mi trabajo aporta suavidad a la escala de la ciudad. Es un contrapunto a los bordes duros de los edificios. Ofrece pruebas de que podemos cuestionar el statu quo: se puede cambiar la suposición de que las ciudades deben estar formadas por materiales duros y bordes rectos'.
 
Echelman sostiene así que el arte en el ámbito público puede enriquecer la vida urbana. 'El arte debe ser libre y abierto al público, como respirar aire fresco. Cuando una ciudad muestra un compromiso para llevar el arte a todos sus residentes y visitantes, para entablar una conversación cultural compartida, creo que es un signo de una ciudad verdaderamente grandiosa', puntualiza.  
 
Cuatro Estaciones en la Plaza Mayor.  El programa Cuatro Estaciones en el que está incluido Madrid 1.8 transforma la Plaza Mayor a través del arte urbano para celebrar su IV aniversario. Por eso durante el último año este espacio ha acogido la instalación Graffiti con luz (de Antonin Fourneau) en primavera, Laberinto de residuos (de luzinterruptus) en verano, y la instalación CESPED (de SpY), en otoño de 2017. 

Arte al viento. Janet Echelman