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 "De pequeño, cuando hacía una trastada, mi madre me decía: eres un desastre manifiesto"

Nacho Vegas: de extremo a extremo.

De las castañas asadas al “olor concreto” de una persona, y de los recuerdos de niño a las experiencias de adulto. Nacho Vegas retoma su música en solitario con Manifiesto del desastre (léase también al revés), canciones compuestas en el último año que destilan memoria, rock, vida y preguntas sin respuesta.

 ¿Qué principios contiene este manifiesto? Cada canción responde a un decálogo vital, expresa un valor y unos sentimientos. Eso son las canciones, sentimientos confusos y paradojas emocionales que hacen que no comprendas nada y que tengas que ponerlo en canciones.

¿Qué papeles les has encomendado esta vez a los personajes de tus canciones? A través de ellos hablo yo. Los utilizo no para esconderme sino para ser más verdadero. Cuando empecé casi todos eran en primera persona y el tono era muy confesional, ahora voy fluctuando y me da más amplitud y libertad al escribir.

Aquí están en situaciones extremas. Si existen tantas canciones de amor es porque es un sentimiento muy fuerte y te puede llevar a escribir, el dolor extremo también. En los pocos momentos que puedo estar sin altibajos, es cuando menos escribo. Los personajes no acaban de comprender lo que les sucede y la canción intenta ser una respuesta, pero al final nunca hay respuesta; una canción te lleva a otra y es como un camino en espiral.

Son un desastre manifiesto. Sí. Le puse el título porque de pequeño cuando hacía una trastada mi madre me decía “Eres un desastre manifiesto”.

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¿De entonces, qué olores recuerdas? Una de las fotos de la sesión era con castañas, y volví a recordar ese olor de cuando era pequeño y hacía frío, que siempre las llevábamos en los bolsillos para calentarnos. Esta época me remite al olor de castañas asadas.

 ¿Y ahora? Ahora, los olores más importantes son los corporales de la gente que te gusta y con la que estás; para que alguien te guste y establezcas una relación te tiene que gustar como huele y ahora mismo tengo un olor concreto.

 ¿Cómo ha sido volver al trabajo en “solitario”? Después de Desaparece aquí quería tiempo para pensar en el siguiente disco, pero no quería dejar de grabar, así que surgieron las colaboraciones con Enrique (Bunbury), Christina (Rosenvinge) y Lucas XV (junto a Xel Pereda). Fueron discos de transición para tomarme este con calma y no dar un paso apresurado. Las colaboraciones me gustan muchísimo, siempre sales enriquecido cuando se hace con alguien a quien se respeta y admira. Tengo planteado hacer más.

 ¿A quién tienes en mente? Conocí a Andrés Calamaro y hablamos de manera informal de hacer algo juntos. Tengo canciones esbozadas que me gustaría mandarle.

¿Y con J, de Los Planetas?  Hace un par de años grabamos dos canciones pero se perdió el master. Me gustaría ir a Granada y grabar tres versiones que preparamos para un encuentro de Música y Literatura en Almería: de Sr. Chinarro, de Kevin Ayers y de Spaceman 3.

En el disco hay una ranchera en la que mencionas a José Alfredo Jiménez. ¿Otros guiños? 
Esa está inspirada, además, en poemas de Pessoa. Hay otra, Loli Bolan, en la que hay un guiño a Lole y Manuel y a Marc Bolan, uno de mis músicos preferidos. Era una manera de conjugar dos mundos en principio alejados pero que pueden caber en una canción y poner algo de mi parte.

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 "Lo importante es sentir que lo que haces es urgente, que tienes la necesidad imperiosa de hacerlo y aunque veas que te has equivocado, tenías casi un deber moral de hacerlo".

¿Podrías condensar en unas palabras a qué suena? Intento que suenen muy orgánicos. Grabamos en directo aunque haya recordings y arreglos. Intentamos que las canciones tengan vida, que estemos todos al servicio de la canción y creo que lo consigo cada vez un poco más. Lo peor de una canción es matarla. En el estudio hay que aprovechar la fuerza que tiene la canción, que no haya egos y que la canción sea la líder de esa banda.

¿Te arrepientes de alguna cosa? Hay cosas mejores y peores pero todas necesarias. Lo importante es sentir que lo que haces es urgente, que tienes la necesidad imperiosa de hacerlo y aunque veas que te has equivocado, tenías casi un deber moral de hacerlo. Siempre me he guiado por eso. Hay cosas que hice que son muy malas pero no me arrepiento de ninguna.

¿Qué sueñas con hacer? Espero que me queden muchas canciones, pero tampoco sé ver mucho más allá del futuro inmediato. Lo bueno de la música es que te sorprenden muchas cosas. Hace años no hubiera pensado hacer el disco con Enrique, ni con Christina. Son cosas muy chulas que te encuentras sin buscarlas y espero que surjan muchas más, pero mejor no pensarlas, está bien la incertidumbre.

¿Fuera de la música? Escribir algo más, pero me da mucho respeto la literatura y necesitaría tomarme un año libre sólo para escribir y es algo que tengo en mente.

Te estremeces y emocionas escuchando a Dylan y otros autores ¿Te sucede con tus canciones? No hay distancia suficiente. Me emociono a veces en conciertos en los que toda la banda sentimos que estamos haciendo lo que tenemos que hacer y en el momento justo y entonces sientes algo mágico. Escuchar mis propias canciones es un sentimiento un poco encontrado porque intentas ver los fallos y estás demasiado cerca para escucharlas con la misma perspectiva con la que escuchas las de otros artistas.

Texto: Mónica Caballero

Fotos: Luis Gaspar / Producción: Virginia Luengo Aboin / Maquillaje y peluquería:  Genoveva G. para MAC y GHD / Asistente fotografia:  Ronald Patrick / Estilismo: Marian Beigbeder / Dirección de Arte: Isabel Aranguren.

Publicado en El Duende nº 90. noviembre 2008

Nacho Vegas. De extremo a extremo