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De jardín en jardín
 
Por Henar Ortega · Fotos: Aránzazu Díaz Huerta  
 
En plena efervescencia floral, te pedimos que nos acompañes a dar un paseo por algunos de los jardines (visitables) más peculiares de Madrid.
 
Dalieda de San Francisco. Una dalieda no es otra cosa que un jardín botánico especializado en dalias. Este que tenemos en Madrid data de 2007 y está ubicado junto a la Basílica de San Francisco el Grande. Las 50 variedades de dalias que aquí se cultivan y exhiben muestran su mejor cara en junio y en septiembre, y aderezan unas inmejorables vistas.
 
Jardines de Javier Winthuysen ¿A que no sabes que lo que hay frente al jardín botánico es el Cerro de San Blas? Y es el espacio que ocupan estos jardines, que pertenecen al Ministerio de Cultura y que están dedicados a Javier de Winthuysen Losada, pintor y paisajista muy prolijo del S.XX. Lo mejor: la explosión primaveral en estos meses de la alergia por excelencia.
 
Rosaleda del Parque del Oeste Los pétalos de embriagadora rosa damascena son los que usa Hendrick's en su inusual receta, pero Madrid también los tiene abundantes, como en esta rosaleda inaugurada en 1956 en la que crecen veinte mil rosas de quinientas variedades y en la que se celebra cada mes de mayo el concurso a la mejor rosa. 
 
Jardín de la casa del museo Lope de Vega
Aquí el poeta y dramaturgo madrileño pasó sus últimos 25 años. Vivió con una amante y con cuatro hijos de nada menos que de tres madres diferentes. El huerto jardín de la casa fue objeto de mención en sus poemas, denominándolo como “más pequeño que la cola de un cometa”.
 
Huerto de las monjas. Un recoleto claustro en el corazón de la urbe. Atención: para acceder hay que atravesar un pasaje bajo edificios modernos. El jardín que aparece ante nuestros ojos no estuvo visible hasta 1972, debido a los altos muros de un convento que lo preservaban. Aquí las monjas cultivaban hortalizas. ¿Quién sabe si pepinos?
 
Jardín del Museo Cerralbo Parece que lo de esconder secretos es la especialidad de esta nuestra ciudad, Madrid. El Museo Cerralbo no es solo una joya en sí mismo, sino que su jardín lo eleva a la categoría de ensueño. Instrucciones de uso: embelésate con las esculturas y bustos que emergen sobre el estanque, y disfruta del ambiente único que aportan la vegetación y el templete.
 
La estufa fría del parque Juan Carlos I No es un oxímoron el nombre de este sitio: es un lugar cubierto que cuenta con climatización natural con sus paneles de cristal. Una amplia miscelánea de plantas habita aquí, y son objeto de deleite el Jardín Japonés y la propia estructura. Aprovecha, querido/a cazador/a de lo inusual, porque este enclave no lo conoce casi nadie de tus cohabitantes en Madrid.
 
Invernadero de Arganzuela Un palacio de cristal (exacto, del tipo de ese tan “instagrameable” del Retiro) que fue la antigua Nave de Patatas. Ahora, además de poderte echar en el césped de al lado unas siestas de escándalo, es un museo botánico con cuatro microclimas y plantas de todos los confines del mundo.
 
El Capricho de la Alameda de Osuna Una declaración de Jardín Artístico en 1943 y una de Bien de Interés Cultural en 1985 bien se merecen una visita a todo hedonista que se precie. Esta joyita madrileña aglutina tres estilos: jardín francés, paisaje inglés y giardino italiano. Posee un laberinto de setos que reivindicamos que sea abierto al público para poder perdernos en él.
 
Quinta De la Fuente del Berro Su alabada agua enamoró a la reina María Luisa de Orleans y más tarde a Carlos III. A principios del XX acogió el parque de atracciones Nuevos Campos Elíseos. En los años 20-30 acogió aristocráticas fiestas y tras ser declarado jardín artístico en 1941 pasó a ser del Ayuntamiento poco después. Ahora, vemos asomar el pirulí de Torrespaña entre las copas de sus árboles.  

De jardín en jardín