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Antònia Font

Antònia Font

Ficciones cotidianas

Son mallorquines, cantan en su lengua, con sabor de su tierra, con un concepto amplio y muy curioso. En enero inician la gira de presentación su último disco Coser i cantar, pop orquestal grabado con la Sinfónica de Bratislava. Prometen venir a Madrid.

El grupo mallorquín Antònia Font celebra su décimo aniversario con la publicación de Coser i cantar (Discmedi / Blau), un disco doble, más un DVD documental realizado por Luis Ortas, que incluye veinte temas extraídos de su tres últimos discos: el revelador Alegria (2003), el laureado Taxi (2005) y el definitivo Batiscafo Katiuskas (2006), junto a la Orquesta Sinfónica de Bratislava con los elegantes arreglos de Miquel Ángel Aguiló, ex miembro de La Búsqueda, otra banda mallorquina de gran calidad. "Se trataba de hacer un homenaje de lo rápido y volando que se nos han pasado estos diez años y de la suerte que hemos tenido" confiesa Joan Miquel Oliver, compositor, letrista y guitarrista del quinteto mallorquín. "Hemos pretendido recrear un estilo lo-fi, en una grabación al estilo antiguo, donde además de incluir arreglos sinfónicos la última palabra estaba en la regrabación de esas canciones. Luego tiene el sello pop de Antònia Font". ¿Pero qué son Antònia Font? "Un grupo de pop inventado, autodidacta, sin estilo definido y con letras con pretensiones poéticas más que narrativas".

Es un grupo de referencia en las regiones catalanoparlantes, a falta de que el público del resto del estado se rinda a sus pies ¿La lengua es un impedimento para la expansión? "Más que la lengua es que el concepto de Antònia Font es bastante cerrado. No llama la atención ni por cómo suena, ni por cómo es la música. Es por todo. Si no entiendes la letra te pierdes una parte importante, casi todo, porque es un elemento que nos define. Porque es la llave de la interpretación a cómo somos nosotros. Ese es el problema que tenemos para salir fuera. No es como la música brasileña, sí cantan en brasileño o portugués pero se entiende todo casi perfectamente. Hay músicas instrumentales que se entienden a la primera, como el jazz o la música contemporánea. Y te agraden o no, las "pillas" a la primera. En cambio nosotros somos otro rollo".

Como reconoce el bajista, Joan Roca, con quien nos encontramos por azar en la misma terraza donde hemos quedado con Joan Miquel, en un café del Molinar, frente al mar, "Cualquier música está influenciada por el medio que te rodea. Antònia Font tiene la idiosincrasia de Mallorca, y también se da que las letras hablan de cosas lugareñas. Al final es un producto local".

Mundo de contrastes. Lo terrenal y lo cósmico. "Lo que me gusta es la mezcla de estas dos cosas. La cuestión es hacer una cosa que sería muy creíble de la vida cotidiana. Nuestra intención es hacer que las cosas más raras que te puedas imaginar, sean verosímiles. Y por eso hablamos de nuestra vida cotidiana, de la de un robot. Y aquí es donde veo que está conseguido Antònia Font. Que te pongas en la piel de un robot y te identifiques perfectamente. No es tanto un interés por el cosmos como jugar con este contraste".

Algo tiene Joan Miquel Oliver de 'galàctic', de genial. Será su capacidad para escribir canciones con aire poético. Sus textos hablan de lo cotidiano y de temas más alejados de nuestra realidad: de las profundidades marinas, de robots mundanos y de astronautas rimadores. El lado narrativo de un devoto del filósofo Feyerabend. Joan Miquel Oliver se declara anarquista metodológico, "Los partidos políticos se apropian de todo, hay que ir al margen de ellos". Hablemos del tema de portada de este número: "El silencio es lo contrario a lo que hacemos nosotros. Nosotros llenamos discos de música, mi lucha es llenarlo todo de música. No veo el romanticismo al silencio", matiza Joan Miquel. Publicó en solitario una preciosa colección de canciones de pop atemporal Sufistes en càmera lenta (2005) y en 2007, un disco de dos temas Sa nùvia morta / Hansel i Gretel. Y para Sant Jordi 2008, Joan Miquel publicará un libro de relatos en catalán.

Texto: Andrés Castaño. Foto: J.M. Morales

 

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