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Soledad hiperconectada

La multicanalidad y la conexión en cualquier momento o lugar han hecho posible un cambio radical en nuestra forma de relacionarnos y comunicarnos.

Socialholic ha sido el término acuñado por Territorio Creativo, agencia experta en social media marketing, para definir el enganche 24/7 que sufrimos y que ha conseguido que la interacción entre seres humanos, independientemente de la distancia que nos separe, sea inmediata. Pero algo que, en principio, parece beneficioso, también ha llevado a una sobresaturación de información y divulgación de la intimidad que, en ocasiones, ha resultado perjudicial.

Foto: Mr Toledano

“Como en todo proceso de maduración, la especialización y la segmentación permitirá contar con un mayor número de redes sociales que se adapten a nuestro gustos e intereses”, afirma Pepa Romero, Directora de Territorio Creativo. La aportación de datos 100% personalizada esboza un futuro donde la sobresaturación de información quedará así solucionada. Si a esto le sumamos una educación también individualizada, donde la realidad aumentada o el 3D serán parte del juego, el futuro se muestra más que halagüeño. ¿Qué pasa, entonces, con la brecha digital? Pues, bien, los dispositivos móviles, mucho más accesibles que los ordenadores (habrá más de 7.000 millones para el 2015), se perfilan como la herramienta capaz de disminuir la brecha en las zonas desfavorecidas: “facilitarán el acceso a la información esencial, introducirán el comercio móvil y la atención sanitaria a distancia, y mensajes grabados podrán proporcionar rápidamente información valiosa a usuarios remotos o sin alfabetizar”. Así lo pronostica IBM en sus ya clásicas predicciones anuales. La inteligencia colectiva, social, tendrá un destacado papel en tan beneficiosas innovaciones. Como afirma Javier Taravilla, Licenciado en Filosofía con Diploma de Estudios Avanzados en Filosofía de la Ciencia y Máster en Software Libre, “cuantos más cerebros y cuerpos haya pensando o trabajando en una serie de cuestiones, antes y mejores soluciones surgirán” (ley de Linux).

Todo apunta a que en los próximos años, estaremos hiperconectados, “los dispositivos conectados -smartphones y tablets, pero también coches o frigoríficos- crecerán hasta los 50.000 millones en el 2020”, según las estimaciones realizadas por la compañía Cisco. Un Internet de las cosas frente al que no podemos dejar de preguntarnos: ¿acabaremos como los tristemente mediáticos Hikikomori, japoneses adictos a las tecnologías que sufren fobia social? Y es que puede, incluso, que “las relaciones en el trabajo no requieran presencia física”, afirma Francisco Pinedo, directivo de la consultora Everis Business, quien asegura además que habrá “cada vez menos diferenciación entre el mundo ‘físico’ y el mundo de redes. Las relaciones interpersonales dependerán muchísimo menos del contacto (esto asusta, pero ya se está dando)”, concluye. Pero lo que no podemos obviar, tal y como asevera, Mónica Tronchoni, Psicóloga clínica del Centro de Salud Mental de Adultos de Vilanova i la Geltrú, es que “a pesar de Internet, las relaciones humanas siguen siendo las mismas. Cambian los medios, pero no las necesidades”.
Aventurar escenarios futuros posibles es dibujar una cartografía incierta, pero no hablamos de magia ni ciencia ficción, sino de línea evolutiva. Así las cosas, el futuro a 10 años vista no se ve tan distinto. Al menos, en cuanto a la forma de relacionarnos o comunicarnos.

Texto: Inma Flor. Foto: Mr Toledano

Año 2022. ¿Cómo nos relacionaremos?