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Sol Picó: el cuerpo danza en todos sus estados

La bailarina y coreógrafa Sol Picó (Alcoy, 1967) creó en 1994 su propia compañía. Y ha forjado una carrera trepidante con espectáculos sugerentes, sinuosos, redondos, y con una mirada muy personal, ecléctica de la danza y de sus límites.

Lleva muy bien lo de cumplir años. “Cumplir años es maravilloso. Porque quiere decir que estamos vivos, que estamos aquí”, afirma con convicción Sol Picó desde Barcelona. Se formó como bailarina en Alicante, Valencia, Barcelona y París. Estuvo a punto de abandonar su pasión en el país galo por la dificultad y dureza de las audiciones y el rechazo de muchas compañías de referencia mundial. Pasó de la incertidumbre a obtener una decena de premios Max, entre otros reconocimientos. O a ser la asesora artística de danza del TNC (Teatre Nacional de Catalunya) durante dos temporadas, entre otras cosas. Ahí es nada.

La marca

¿Qué espectáculo es el que te ha marcado más? Sin duda Bésame el cactus (2000/2001). Era un momento flojo. Y dije, bueno haré un solo porque no lo veo claro. Y el solo va triunfar.

¿Cómo definirías tu estilo?Mi estilo es el no estilo. Picó estilo. No sé, definir un estilo es algo tan difícil. Es una coctelera de varias cosas. Desde las puntas con el flamenco, y todo el trabajo que has ido recopilando en tu cuerpo.

Cuestionar

“Me gusta reflexionar sobre cosas y cuestionarlo, y ponerlo en duda. Y, ¿Por qué eso de lo que se habla y que todo el mundo dice que está bien, tiene que estar bien? O de estos sentimientos que nadie habla de ellos porque no se pueden tirar al suelo, porque no podemos pisarlos y reírnos de nosotros mismos todos con peluca y haciendo el ridículo ¿Por qué no? Mi último espectáculo, Memorias de una pulga (2012). Es una reflexión, una catarsis sobre el momento actual, sobre lo que está pasando. La basura humana ¿Qué pasa con eso?¿ Cómo podemos unirnos? ¿Podemos hacer rituales para superarlo? ¿Podemos llorar? Podemos cogernos de la mano y seguir juntos ¿Por qué el mundo del fútbol nos acapara tanto? ¿Por qué no podemos gritar y pedir ayuda? ¿Por qué podemos las mujeres ser Super Woman?”

Lo primitivo

Sol Picó siempre ha escarbado en las emociones, en las más visibles  y en las invisibles. “La danza conecta con la parte más esencial del ser humano que es el cuerpo, y algo tan básico como caminar y moverte. Es primordial en todos. A partir de ahí resulta interesante experimentar con todo lo que guarda el cuerpo, la carcasa que tenemos. Y a ir a otra gente. Porque en muchas ocasiones la sociedad, las formas nos van tapando y creando escudos, y no permite sacar nuestras propias emociones y frustraciones. Es necesario, básico el hecho de poder ir sacándolo. Y hacerlo a partir del cuerpo”.

¿Quiénes dirías que han sido tus maestros? “No sé que decirte porque han sido tantos. El último maestro ha sido Andrés Lima para mí, ¿me entiendes? -ha trabajado con él en el montaje Viento (es la dicha de Amor) estrenado en el teatro de la Zarzuela el pasado mes de mayo y basada en la zarzuela de Antonio de Zamora con música de José Nebra-. Cada vez que me encuentro con alguien, es un maestro. Alguien a quién admiro, que me gusta como trabaja, y su personalidad. Siempre estoy aprendiendo. Cada vez pienso que sé menos, la verdad. Ver que hay tantas maneras de hacer las cosas, y tan bien hechas. Y hay que ir a por ello”.   

Texto: Andrés Castaño. Foto: Spanish Omelette © Rojo Barcelona 

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