LANGARITA NAVARRO. Afectos sostenibles

Por Inma Flor 

Promover al mismo tiempo "una sostenibilidad ambiental y una sostenibilidad de los afectos" no es cosa fácil cuando se trata de arquitectura. Sin embargo, María Langarita y Víctor Navarro colaboran en 2006 en proyectos logrando tan ardua tarea. "Aprovechar las condiciones del entorno es una forma de minimizar el consumo de recursos innecesarios y establecer prioridades compatibles con el lugar", afirman.

Con apenas una década como estudio, los reconocimientos no han cesado: el premio AR+d Awards for Emerging Architecture 2012 por la transformación de la nave 15 de Matadero Madrid como sede de la Red Bull Music Academy; el premio FAD 2012 de Arquitectura; la Mención Especial de Mies Van der Rohe 2013 o el Medialab-Prado Premio Sacyr a la Innovación 2014, son solo algunos.

¿Vuestra filosofía?
El objetivo es que los deseos y expectativas de las personas que nos llaman se transformen en experiencias innovadoras.

¿Qué y quiénes os inspiran?
Tenemos referentes muy diversos que atraviesan siglos y formatos. A veces, son actividades tan generales como viajar o tan específicas como leer literatura rusa. Muchas veces no hay que irse muy lejos, por aquí ocurren cosas muy estimulantes. Trabajos como los de Cloaque, Machines Désirantes, la Dominación Mundial o Espada y Monleón están llenos de material suculento.

¿Qué papel ejerce la docencia en vuestro desarrollo como arquitectos? 
Es una manera especial de conectarte con el mundo. Exige estar continuamente evaluando cuáles son los objetivos de la educación y de la práctica, qué tipo de conocimientos y herramientas son los que van a permitir a un estudiante trabajar con la complejidad, cómo se desmontan los prejuicios o cómo puedes pasar a describir las situaciones de partida no como problemas sino como oportunidades. Te obliga a analizar y contrastar. De ese ejercicio sacamos muchas conclusiones. Es emocionante y agotador.

¿Qué trabajo os parece el más bonito en vuestra trayectoria? La Red Bull Music Academy (RBMA) en Matadero ha sido uno de los más especiales y más difíciles. Fue un proyecto de emergencia. En 2011, la RBMA tendría que haber tenido lugar en Tokio, pero como consecuencia del tsunami y del desastre de Fukushima tuvieron que cambiar la localización con menos de cinco meses de antelación.

Las fechas no se podían cambiar, así que Red Bull España junto con Matadero Madrid asumieron el reto de hacerla en tiempo récord. Tuvimos que pensar el proyecto en menos de un mes, y los 4.500 m² de obra se hicieron en dos meses. Los resultados superaron con mucho nuestras expectativas. Un proyecto que era temporal, pasó a ser indefinido.

Hoy la palabra más nombrada en arquitectura es sostenibilidad.
Toda práctica arquitectónica debe preocuparse por la sostenibilidad. La arquitectura trabaja en el largo plazo y debe tener en cuenta la huella de sus acciones. Creemos que la nueva sensibilidad ambiental no solo pasa por incorporar tecnologías eficaces, sino por un cambio de pensamiento más profundo que va desde la técnica a la estética. Y las maneras de conseguirlo pueden ser muy diferentes. A veces, hacer un edificio temporal y ligero que se pueda desmontar y reciclar puede ser lo mejor; otras veces, por el contrario, puede interesar que sea masivo y duradero, que trabaje con sistemas pasivos como la inercia térmica o las ventilaciones cruzadas. 

¿Qué os han supuesto los premios?
Cada premio tiene un sentido diferente, unas veces son especialmente gratificantes por el jurado, otros porque dan visibilidad fuera de España, y porque es una forma de valorar el trabajo del equipo.

¿Cómo veis el futuro de vuestro sector?
En estos años se ha puesto de manifiesto la fragilidad de la arquitectura: la crisis ha desertizado una enorme área llena de pensamiento y energía. Muchas oficinas pequeñas han cerrado o se han ido, igual que muchos estudiantes que han tenido que irse fuera. Es muy difícil recuperar ese conocimiento y genera frustración. Pero, por otra parte, se han puesto de manifiesto muchos de los retos a los que debemos enfrentarnos. Creemos que nuestras ciudades y nuestras costas necesitan mucha arquitectura repensada de forma diferente, con objetivos y plazos distintos a los manejados por la especulación.