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JOSE LUIS GUTIÉRREZ
La mística de los objetos
 
Por Mario Cuesta. Ilustración: Nuria Cuesta 
 
Saxofonista y creador-intérprete de objetos musicales, José Luis Gutiérrez es un hombre en búsqueda de la emoción que se esconde en una cuchara, en un malabarista, en una higuera y en sí mismo. Cuando José Luis se asoma al patio de su casa ve una higuera y un laurel, 'el símbolo de la abundancia y del triunfo', entretejidos, luchando por el espacio.
 
Ese tipo de imágenes poéticas son las que atrapan a este vallisoletano, que vive en un pequeño pueblo de su provincia natal. 'A lo largo de mi carrera me han dicho de emigrar. Yo me imagino en Nueva York, en un apartamento de una habitación con derecho a cocina, y sobrevivir allí, en una jauría con miles de músicos para sacar la cabeza. Con lo bien que vivo aquí, en un espacio relajado, donde puedo concentrarme en mis instrumentos, tocar a la hora que considere oportuno, recibir y tocar con mis compañeros, con aire limpio y naturaleza'.
 
Es un ambiente distinto al de la mística del jazz, con sus garitos oscuros, urbanos, pero es que José Luis tiene su propia mística. A pesar de eso no se siente aislado del universo jazzístico, sigue acudiendo a ferias o festivales: 'veo más de ochenta espectáculos al año. Pero soy de esos músicos que ya tiene una cierta trayectoria y nos volvemos cada vez más exigentes'. 
 
A pesar de que José Luis formó Iberjazz, donde incorpora sonoridades ibéricas, sería un error clasificarle como un restaurador de antiguas armonías. Su deseo es aportar algo personal, 'ser un eslabón nuevo en la cadena musical', en lugar de traer al presente un eslabón antiguo. 'A mí sobre todo me inspiran las sonoridades.
 
Las ibéricas las he utilizado mucho, no suelo tocar composiciones clásicas. Son sonoridades con las que he crecido y me siento muy identificado: la forma de hablar de mi madre, su forma de cantar, la forma de ser de la gente de aquí. Pero también la libertad del mundo del jazz. Ahí me siento cómodo, porque me siento libre y a la vez como en casa'. 
 
Inspiración
Su inspiración viene de mundos aparentemente tan distintos como el circo, sobre el que compuso el espectáculo Tatatachán. Para él, el equilibrista es un símbolo de la afinación; el malabarista, del ritmo. El equilibrista camina sobre el cable y José Luis interpreta Moon River, porque en realidad el cable es un río y el hombre suspendido, la luna. 'Ese tipo de ensoñaciones me seducen especialmente'. 
 
Esa transgresión de las formas convencionales, a veces lleva sus conciertos hacia momentos de humor, que parecen premeditados, pero no lo son. Él reconoce que se siente igual de cómodo en un concierto serio que en uno más divertido, pero asegura que 'la diversión, la sonrisa, es más superficial; la seriedad es más profunda. Me parece que tiene más contenido, que está más llena'.  
 
José Luis es conocido por utilizar objetos en sus espectáculos, algunos del folclore, como las cucharas, pero otros de su invención, como el panderidú. Este nació de la unión de un pandero y de un tubo, que, al ser soplado, suena como un didyeridú, amplificado con la reverberación del pandero. 'Se unen dos sonidos que a mí me resultan muy místicos, muy sensoriales. Un objeto te hace viajar a otros lugares, donde los instrumentos convencionales no te hacen llegar'.
 
De nuevo, su intención no es tocar esos objetos como se espera, sino que 'trato de escucharlos, de ver qué me cuentan cuando los toco por un lado, de otra forma, cuando los golpeo con otro objeto... escucho cómo me hablan'. Él pregunta y los objetos responden, con alma propia, como en los antiguos cultos paganos.   

La mística de los objetos