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La artesanía del futuro
Hibridación entre artesanía y nuevas tecnologías
 
Por Inma Flor
 
Hablar del trabajo artesano como algo reactivo y alejado de lo caduco o en peligro de extinción es responsabilidad de microprocesadores, sensores, leds y toda suerte de nuevas tecnologías. Y es en este contexto donde el wearable (tecnología 'vestible') tiene mucho que decir, pues supone 'un paso más en la integración de la electrónica con la persona', nos cuentan desde Ultra-Lab, empresa especializada en la difusión de tecnologías creativas que ha trabajado, sobre todo, con joyeros. 
 
'La innovación tecnológica les permite trabajar mejor y más rápido, como ocurre con la creación de moldes de resina con impresoras 3D; y, en el plano artístico, les permite incluir luces o sonido, introducir interactividad en las joyas o, gracias a la impresión 3D, trabajar nuevos materiales'. 
 
Aunar artesanía y nuevas tecnologías puede parecer un dislate, pero nada más lejos de la realidad. En este sentido, afirma Ricardo O'Nascimento, artista e investigador en el campo de los nuevos medios y el arte interactivo, 'al trabajar con un cestero como Carlos Fontales en un taller de hibridación para hacer zapatos artesanales que incorporaran sonido, me di cuenta de que trenzar y programar es muy parecido.
 
Uno y otro utilizan el recurso del looping'. No en vano, 'incorporar luminiscencia, conductividad, colorimetría o flexibilidad' a prendas y complementos, crear nuevos materiales o hacer omnipresente y global el 'Internet de las cosasP es parte del nuevo horizonte que perfila Marta Verde, artista visual y programadora creativa. 
 
Carlos Fontales
(Artesano especializado en cestería que ha experimentado con las nuevas tecnologías).
 
¿Cómo fue tu 'hibridación' con Ricardo O’Nascimento? La experiencia fue interesante por el contraste que supuso relacionar nueva tecnología con piezas (calzado en este caso) elaboradas con una técnica y una fibra tan tradicional como el esparto. Pero este tipo de encuentro no es el más habitual. Emplear nuevos materiales o interactuar con nuevas tecnologías puede sorprendernos, pero no hay que olvidar que una de las virtudes de la artesanía y, especialmente de la cestería, ha venido siendo la libertad que proporciona el hecho de emplear unos materiales que directamente puedes recoger en el campo y unas herramientas que prácticamente puedes fabricarte o son muy sencillas. En definitiva, su gran independencia del mercado, su autonomía, y el conocimiento o control por parte del cestero de todo el proceso a la hora de fabricar. Perder eso sería lamentable.
 
¿Nos puedes contar alguna anécdota al respecto? En ventitantos años de investigación en cestería, las experiencias y anécdotas han sido muchas. Hace años, por ejemplo, descubrí una pieza muy interesante que era prácticamente un emblema en la villa donde se había fabricado. Después de mucho empeño logré encontrar al último señor que las había hecho. Amablemente, me enseñó su fabricación, al tiempo que me contaba las vicisitudes de la pieza, desde su invención por parte de su suegro, hasta su práctica desaparición. Hay que tener en cuenta que esto es algo extraordinario, porque de las piezas tradicionales cesteras normalmente no se conoce su ‘historia’.
 
Una vez que aprendí a tejerlas, me dirigí al Ayuntamiento del lugar a proponer, desinteresadamente, tanto dar conocimiento escrito sobre su historia como impartir un curso para que gente del lugar aprendiese y conseguir, de esa manera, que algo tan peculiar y enraizado continuase vivo. Lo único que conseguí es que un empleado apuntase mi teléfono para hacérselo llegar al concejal correspondiente. Sin embargo, un mes después, la Basketmakers Association del Reino Unido se ponía en contacto conmigo para impartir un curso. Actualmente, es inmenso el prestigio de la misma en el mundo cestero y de su técnica han surgido cosas como 'Torbellino' (instalación en mimbre de Fontales expuesta en el Palacio Quintanar (Segovia).
 
Otra curiosidad, en este caso relativa a la interacción entre cestería y nuevas tecnologías, fue algo que ocurrió en el taller que impartí con O'Nascimento. Pensaba que los alumnos, estudiantes de diseño, estarían muy interesados en ver fotos de cosas innovadoras en cestería. Me parecía que estar horas trenzando esparto les aburriría. La sorpresa fue que resultó lo contrario: no mostraron excesivo interés por las fotos, parecían hartos de ese tipo de información; en tanto que ponerse manos a la obra y pasar horas repitiendo la técnica les entusiasmó: un comentario bastante extendido entre ellos era el de 'Esto es un vicio. No puedo parar de hacer trenza'.  
 

La artesanía del futuro