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Embarrados
 
Por Bárbara Vidal
 
Si hay una artesanía milenaria que se ha adaptado a los tiempos, es la cerámica. Con grandes dosis de innovación y creatividad, los nuevos ceramistas modelan piezas únicas, objetos de diseño que se exponen en ferias de arte y, mano a mano, con decoradores, joyeros o cocineros, alcanzan nuevos nichos de mercado para un material con infinitas posibilidades.
 
Algo tienen en común los ceramistas del siglo XXI: el gusto por crear con las manos, la adicción que provoca el tacto de la arcilla y el carácter orgánico que tiene el material durante su trabajo. Lo saben Ana Ferichola (Madrid,1980) y Natalia Figueroa (Bogotá,1982), TÁNATA.
 
Se conocieron en la Escuela Cerámica de Madrid y montaron un taller especializado en cerámica "a la carta" para diseñadores. La cerámica, explican "nos da la posibilidad de crear desde cero de una manera muy intuitiva y directa, con las manos, así que las posibilidades son infinitas, siempre que seas capaz de controlar los aspectos técnicos". El resultado son piezas de diseño, de tirada limitada y utilitarios para el hogar, llenas de color y humor. "Nos gusta que nuestras piezas, además de ser útiles, te alegren el día". 
 
La cerámica se ha abierto un hueco en el mercado del arte con piezas de autor como las de Lusesita, pseudónimo de la artista Laura Lasheras (La Rioja, 1979) que empezó de niña con la plastilina y cuyo trabajo participa ya en varias ferias de arte contemporáneo. Sus objetos no dejan indiferente, teteras con cientos de patas, figuras amorfas de apariencia carnosa, monigotes remendados, manos larguísimas acariciando estructuras punzantes, salseras-hongo, planchas carnívoras, un universo surrealista y abstracto caracterizado por el juego y "la mezcla de sensaciones violentas y dulces". Laura cree que "en general, hay necesidad de volver a trabajar con las manos como respuesta a este mundo actual tan tecnológico, rápido y cada vez más virtual".
 
Para Nuria Blanco (Madrid, 1980) el flechazo con la cerámica ocurrió por sorpresa. "En 2009 hice una exposición y usé la cerámica por primera vez en un par de esculturas. Me enganchó. Desde entonces en todos mis proyectos hasta ahora ha sido la protagonista". Nuria concibe sus vajillas como un lienzo en blanco y, con intuición y sensibilidad, moldea y cuece cada pieza.
 
Luego las pinta, las llena de pájaros que saltan de plato a cuenco, de carpas que reposan la mitad del cuerpo en una bandeja y la otra mitad en una ensaladera, de estudios de anatomía, de bocas que se relamen. "Por primera vez en mi vida gano dinero con lo que hago. No todo el mundo se compra un cuadro o una escultura, pero sí un plato. No me importa si se considera arte o no; para mí es una forma de llegar con mis dibujos a más personas y el público parece que lo aprecia".
 
Esta nueva generación de ceramistas trabaja a menudo con los maestros de Manises (Valencia) y Talavera de la Reina (Toledo). Aquí, por ejemplo, cuece piezas Abe The Ape, o lo que es lo mismo, Abraham Menéndez (Gijón, 1977), ilustrador que desde 2011 vive creando artículos únicos que, advierte, "deberán ser usados exclusivamente para hacer de nuestro día a día una experiencia más agradable".
 
Con iconografía de cine, fauna, flora, cultura pop, renueva el oficio de ceramista y encandila a firmas como Chanel, Heineken o Perrier. En su nueva colección 'Think Pink' homenajea a grandes nombres de la fotografía de moda como Richard Avedon, Irving Penn o Cecil Beaton reinterpretando algunas de sus fotografías míticas.
 
Talaverano es el artista Aitor Saraiba (Talavera de la Reina,1983) que recuerda sus pinitos con el Alfanova: 'El mío era falso, me lo regaló mi madre, más pequeño que el original y era para hacer figuritas de escayola, me encantaba'. Fue mucho más tarde, en 2010, cuando empezó a trabajar la cerámica, 'al volver de Los Ángeles el Centro Cerámico de Talavera llegó a mi vida. Ellos creían que no seguirían abiertos mucho tiempo porque nadie compraba cerámica e hicimos nuestra primera pieza juntos. Ahora tenemos 28 diseños distintos y trabajan para un montón de creadores'.
 
Sus cerámicas, piezas numeradas y siempre limitadas a 100 ejemplares, están ligadas a sus dibujos, el Unicornio, la Cabra, el Ciervo, y a su manera de entender el arte, 'un bálsamo para curar o abrir heridas'. 'Quería hacer algo nuevo con la técnica centenaria de mi ciudad y me tomé muy en serio sus colores y los procesos de cocción.
 
Los azules y amarillos de mis piezas, por ejemplo, son los colores tradicionales de la cerámica talaverana'. Cada figura de Saraiba representa el momento vital en el que está y, 'ahora mismo sería, sin duda, El Niño Unicorni'.  
 
Un museo en la calle
 
Design Museum Dharavi es un museo móvil de artes decorativas a muy pequeña escala. El proyecto, del diseñador y artista Jorge Mañes prentende 'dar un espacio a los artesanos y creadores de Dharavi, una zona que a pesar de ser calificada como 'slum' (una palabra que detesto) es increíblemente productiva y creativa. El museo pretende no solo organizar exposiciones sobre el trabajo de la gente local, sino que también romper las barreras que separan estas comunidades de las ciudades en las que viven. 
 
Una situación que no sólo se produce en India sino en todo el mundo. Nuestra intención es explorar la idea de utilizar el diseño y sus instituciones como herramienta para el desarrollo social en el futuro. Este es uno más de los proyectos por los que este madrileño universal recibirá el S&R Foundation Washington Award el próximo 4 de junio. 

Ceramistas del sXXI