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La música de las fotos irrepetibles
 
 
Si las fotos de David Stewart fueran música, servirían como banda sonora de intriga. Pero con temas pegadizos, como si los Queen of the Stone Age hicieran la canción del verano. Y el fotógrafo inglés se habría llevado ya un par de Brits pues máquina en mano, y dedicando gran parte de su tiempo a la fotografía comercial, se ha hecho, por ejemplo, con el importante Taylor Wessing Portrait. Le gustan los musicales, por algo es portadista en esta edición de El Duende. 
 
En sus primeros años de carrera, hizo fotos a The Clash o los Ramones. Hacer fotos a músicos, ¿ya no es lo que era? Yo hice aquellas fotos en los años del punk, la década de los 70. Las bandas ensayaban y tocaban en locales pequeños, y era mucho más fácil acceder a ellas. Personalmente, ya no me interesa. Ni siquiera hacer fotos de personajes conocidos. Solo suelen estar disponibles durante las promociones de sus obras, y eso creo que ya posiciona al fotógrafo en una situación de desventaja. Además, a menudo se rodean para esa promoción de equipos sin ningún criterio artístico, que entorpecen la libertad creativa. Me interesa más hacer fotos sobre las que yo tenga el control, sin tener que contentar a nadie.
 
Pero usted trabaja en fotografía publicitaria. En realidad, trabajo haciendo proyectos personales, y mi agente le muestra mi portfolio a marcas comerciales. Con este sistema, empecé a trabajar muy pronto en campañas.
 
¿Cómo ha cambiado la fotografía publicitaria desde que usted comenzó? Creo que lo que ha cambiado es el contenido de la publicidad. Ahora todo es más naif, políticamente correcto. Hay que andarse con pies de plomo para no ofender a nadie. Ocurre lo mismo en la fotografía de prensa, en las webs, en el merchandising… Cuando yo comencé, además, todo era más visual, más evocador, menos obvio. Se concretaban menos los conceptos. Quizá por eso la publicidad de hace años tiene más reconocimiento que la actual, porque era mucho más que una mera promoción. Era arte. 
 
 
Sus fotos son un cóctel de humor, misterio, sordidez… Mi humor es bastante británico, probablemente en otras partes del mundo lo percibáis como excéntrico. Creo que a menudo la gente se identifica con lo que ve mis imágenes, y al verse hiperbolizada, sonríe. A menudo, me resultan más cómicas las situaciones reales que las ficciones, porque se vuelven surrealistas. No hay nada más extraño que la vida real. Intento resultar divertido pero también provocar, cuestionar cosas, incluso aunque me tilden de cruel.
 
Ganó el Taylor Wessing Photographic por un trabajo sobre adolescentes. Estoy rodeado de adolescentes. Mi hijo, mi hija, sus amigos. Eso me ha hecho pensar en ellos y en parte de lo que representan: el futuro. Y he querido plasmar mi preocupación por el mundo excesivamente virtual en el que vive esta generación, creo que les puede causar inseguridades en el mundo real. Es más, la capacidad de atención de todos nosotros, no solo de los adolescentes, ha disminuido debido a la interacción con la tecnología. Pasamos demasiado tiempo entre pantallas. No hay espacio para soñar.
 
La fotografía se ha popularizado muchísimo. ¿Se va a quedar usted en el paro? Eso es lo que se cree todo el mundo, que puede ser fotógrafo por tener una cámara de fotos en el móvil. Yo sé tocar algunos acordes con la guitarra, y no me considero guitarrista. No creo que mi trabajo esté en riesgo, pero es verdad que hay quien pretende rebajar honorarios por esta democratización. Como si la calidad de un trabajo dependiera solo de tener la tecnología.
 
¿Le gusta el teatro musical? Sí, me parece muy divertido. Me gustó The Book of Mormon y Jerry Springer: The Opera.
 

'La fotografía publicitaria es muy naif. Antes todo era menos obvio'