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Mañana 
es hoy
Tras el fin del mundo 
Por Marta García Haro
 
El comisario José Luis de Vicente, experto en las conexiones entre arte, ciencia y tecnología, nos cuenta qué le motivó a preparar la exposición 'Después del fin del mundo' en el CCCB de Barcelona, sobre el mayor reto al que se enfrenta la Humanidad: el cambio climático: 'el gran tema transversal de nuestro tiempo'. 
 
Es el fin del mundo como lo conocemos (y me siento genial). Michael Stipe ya cantaba en los noventa con REM, irónicamente, que no se sentía culpable. Quien aún no haya sentido remordimiento tiene un motivo más para acudir al CCCB a visitar la exposición 'Después del fin del mundo'. En ella nos situamos en el momento actual, en pleno Antropoceno, la primera era geológica de nuestro planeta en la que el ser humano ha dejado huella indeleble. Pero también examina cómo llegaremos al mundo de la segunda mitad del siglo XXI y nuestra responsabilidad para con las generaciones futuras. 
 
'No es una exposición explicativa, sino que tiene más que ver con sensaciones, y para ello el gran reto fue lograr una especie de teatralización discursiva', afirma el comisario, José Luis de Vicente. Este granadino, entre otras cosas, es miembro del equipo curatorial de FutureEverything Festival (Manchester), responsable de proyectos de investigación como el de Visualizar (Medialab Prado; Madrid) y comisario de Sónar+D (el área de innovación del festival barcelonés).
 
La exposición arranca con un texto poético de Kim Stanley Robinson 'Piénsate como planeta', y se articula en ocho ámbitos que abordan temas como la modificación de la superficie terrestre por los humanos, la extinción de especies, la inseguridad alimentaria, otras formas posibles de vivir, o las relaciones simbióticas con otras formas de vida. 'Quería dar una visión no antropocéntrica y enseñar cómo transitar hacia un cambio de paradigma. Las necesidades de los hombres y mujeres de 2017 no están por encima de las necesidades de los de 2100', señala.
 
 
Los museos se están abriendo a la temática 'sostenible'. El Thyssen Bornemisza, por ejemplo, ha creado un recorrido temático 'Arte y sostenibilidad' o el MUSAC de León expone 'Hybris', hasta enero, relacionando ecología y paisaje. La posibilidad de tener a los visitantes en las salas del museo, olvidando lo que hay ahí fuera, es una excelente oportunidad para hablarles de estos temas usando todas las herramientas museográficas disponibles (luz, sonido, ambientes envolventes…). Lamentablemente, en España somos víctimas de la tradicional separación entre ciencia y humanidades. Sin embargo, para esta exposición he querido elegir artistas de muy diversas procedencias y disciplinas: filósofos, científicos, escritores… Quizás, en los centros culturales de nuestro país ha habido poca imaginación para abordar este tipo de contenido. Debemos plantearnos qué estamos dispuestos a poner encima de la mesa cada uno de nosotros para arreglarlo.
 
El mensaje que lanzáis, ¿no podría ser paralizante y hacernos pensar que no hay nada que hacer? Además, citas una frase McKenzie Wark que nos deja intranquilos: 'Esta civilización se ha acabado. Y todo el mundo lo sabe'. Está clarísimo que la civilización actual, como tal, se ha acabado. Hagamos o no hagamos algo, es un fin de ciclo. Lo fundamental del título es la palabra 'Después'. Hay un mundo que se acaba (el de los combustibles fósiles), pero después viene otro mundo. La frase de McKenzie me gusta por el 'todo el mundo lo sabe', es el monstruo al que no queremos mirar a los ojos. Pero es una especie de tragedia resoluble. La conclusión es que hay otras maneras de vivir. No soy pesimista respecto al porvenir, al contrario, pienso que compromisos como el Acuerdo de París suponen un mensaje de esperanza y una llamada a la acción.
 
¿Nos salvará la tecnología? Uno de los mayores peligros es pensar que lo que debe cambiar o avanzar es la tecnología y no una transformación cultural y ética. El cambio climático no es un problema técnico. La tecnología es un frente esencial, pero solo un agente más en este mundo, para bien o para mal. No genera inherentemente relaciones más justas, más democráticas o más sostenibles. Por ejemplo, en Silicon Valley trabajan para lograr más clics en los anuncios. Sin embargo, la auténtica prioridad está en aquellos que estudian alternativas a la proteína animal, cómo capturar el CO2 o cómo salvar a determinadas especies.
 
¿Tendremos la capacidad de reacción ante posibles abusos que se hagan con ella? En el último año y medio hemos visto suficientes ejemplos donde el modelo de una arquitectura utópica de un internet libre y democrático, ha sido devorado por un modelo (finalmente tradicional) donde cinco agentes controlan toda la información en el mundo, con nula transparencia. Nunca habrá una victoria total, sino una renegociación de las barreras y de los límites del campo de batalla. Esta misma conversación demuestra que empezamos a ser conscientes del problema.
 
Las generaciones futuras no tienen quién les represente. ¿Puede un Ministerio del Futuro, tal como planteas, solventar esta carencia? Tenemos un problema con la arquitectura del sistema político, que opera, cada vez más, con la lógica del corto plazo. Queremos resolver problemas a 80 años vista sobre los incentivos de legislaturas de 4 años.
 
¿Cómo generar incentivos para trabajar a muy largo plazo? El Ministerio del Futuro es un experimento ético (y un ejercicio de imaginación) cuyo cuerpo electoral son las generaciones futuras. El primer ocupante del cargo sería Timothy Morton, filósofo y autor del concepto 'Dark Ecology'. Es un gran intelectual público que, para nuestra suerte, aceptó 'jugar' en este proyecto. 
 
¿Qué proyectos tienes entre manos? Estoy pensando en la itinerancia de la exposición a Liverpool y Singapur, y finalizando el catálogo, que saldrá a principios de diciembre. A continuación, voy a volcarme en la próxima edición de Sónar, cuyo 25 aniversario se celebra en junio de 2018. Como comisario de Sónar+D, organizamos un congreso internacional que aglutina un conjunto de actividades con un eje común: la relación entre creatividad y tecnología y la transformación digital de las industrias culturales. A modo de adelanto, te cuento que hemos enviado un mensaje interestelar, a un exoplaneta en forma de pieza musical.  
 
Después del fin del mundo. CCCB. Barcelona. Hasta el 29 de abril, 2018
 

La vida después del fin del mundo