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Jim Reid

1996

El verano indie

En la prehistoria de los festivales. Eran otros tiempos. En el verano de 1996 servidor contaba con unos inocentes 21 años y un montón de  camisas de cuadros de mi padre-, y por segundo año, Benicàssim acogía un festival del todo novedoso y diferente. Un evento indie, algo que ahora está del todo normalizado.
Entre las rampas de cemento del coqueto velódromo verde, colocaron un escenario que, como sucede también ahora, sobredimensionó a las bandas. Lo curioso es que la mayoría de grupos que se pasearon por las tablas de ese escenario ya eran grandes -en esencia, y en la práctica, porque ése fue su momento de gloria-.
La electrónica empezaba a despuntar como un género más del pop, y, en medio de todo esto, el cacareado indie nacional de los 90, en todo su esplendor.
Los Planetas, Baby Powder, Nosoträsh, Australian Blonde -adalides de la causa con un tema, Chup, chup, chup, que había causado furor dos años antes-, Venus Plutón, Paperhouse (el único grupo de esa generación que se atrevió a ralentizarse...), o Beef. Algunos, claro, se convirtieron en marcas de fábrica de lo opuesto al mainstream, como Los Planetas, y ahí siguen. Otros -la mayoría-, desaparecieron.
Sin duda, la cita del 96 (y la del 97), marcó un antes y un después para toda la generación de grupos nacionales con aspiraciones de emular a The Jesus & Mary Chain y Stones Roses. Precisamente, ambos grupos copaban las primeras posiciones de los dos primeros días del festival.
La primera jornada, dominada por la camada brit-pop, los sucedáneos de los éxitos de Blur y Oasis al frente de la batalla mediática, dejaron indiferente a un público que esperaba de Shed Seven, The Bluetones, o Menswear, mucho más de lo que encontró. (Por cierto, Dover pulularon en el escenario pequeño a pleno sol de las 5 de la tarde. Eran otros tiempos. Lo dicho)
La última oportunidad de ver a Stones Roses -ya sin John Squire, por cierto-y su pop lisérgico, decepcionó. Y así ha quedado en los anaqueles del pop. Aunque muchos se tiran de los pelos por no haber estado.
El rock granuloso y ruidoso, siempre melancólico y complejo, de los hermanos Reid estalló en una segunda jornada, en la que la glamourosa lencería indie de Miki Berenyi, de Lush, hizo subir la testosterona de la mayoría.

Garbage, todavía en el redil alternativo, se coló por la puerta de atrás del coolness, que en ese momento, sólo los propios músicos sabían lo qué significaba.
La última jornada hizo que los indie kids con ínfulas -yo, el que tenía a mi lado, y todos los demás-, entráramos en la electrónica. El principio de un romance que todavía hoy continúa.
Silvania, Ruby, la quintaesencia indie, Stereolab, Chemical Brothers, en pleno subidón, y Orbital. Todavía hoy recuerdo con cariño, y altas dosis de cursilería (porque para hablar de música hay que ser un poco cursi), cuando Julio Ruiz, que hacía las veces de genial speaker, dijo: "Con Insides han revolucionado la música moderna, los hermanos Harntoll son Orbital"...y empezó a sonar The box. Creo que, todavía, no ha dejado de sonar. Ni en mi cabeza, ni en la realidad del pop, que los vuelve a reivindicar.

Txt: Jaime Casas
En foto Jim Reid (The Jesus and Mary Chain) por Archivo Maraworld/Liberto Peiró

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1996. El verano indie