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editorial_94

EDIT nº 94.

Interior día.
Habitación en un hotel de carretera.
Plano general y ligero Zoom que se aproxima al personaje.
Música en segundo plano sonoro que resuelve (Goodnight. To Bring You My Love. Pj Harvey)

Suena el despertador. ¿Eres tú el que te despiertas? ¿Estás seguro? Mira bien, no vayas a ser un actor interpretando el papel del día, o lo que es peor, una marioneta movida por los hilos invisibles de un director llamado Destino. A fin de cuentas hay que levantarse, ¿no? ¿Pero sabes por qué? ¿Para qué? ¿Lo tienes realmente claro? ¿Y si me quedo durmiendo? ¿Soñaré que estoy viviendo? Tal vez la muerte esté tras tus talones, o quién sabe, si el productor que financie tu vida y tus excentricidades se halle tras la vuelta de la esquina. La vida. Miedo escénico. Una tragicomedia llena de fantasmas. Actores que siguen un guión ¿predeterminado, asumido? Quién sabe si tu existencia es un recuerdo o tan sólo un flashback en el pensamiento de otro. Todo es cuestión de perspectiva. ¿Realmente estás vivo? Despierta. Seguro que te enfrentas a una rutina insoportable, a una existencia vacía de esas que tanto gustan de retratar el cine de autor. Lo malo que tiene la rutina es que siempre hay un hecho que la hace saltar en pedazos. Si no, no sería una película, pero tampoco sería vida. Y esa cámara que me sigue, que te sigue ¿Cuándo graba? ¿Es amiga o enemiga? ¿Qué ángulo está escogiendo? ¿Un plano picado, lejano, un zoom? ¿Qué está buscando de mi personaje? Y si me entrego a ella como a un Dios, y si vivo para agradarla... ¿Qué final habrá escogido el guionista para mi vida? ¿Héroe o villano? ¿Lo decidió antes de mi propia existencia? ¿Lo escogió entre varias posibilidades? ¿Dudó? ¿Cual será la sinopsis? ¿Qué epitafio escribirá el crítico en mi ataúd? ¿Rosebud? ¿Seré, cuando todo acabe, una sola frase? ¿Un buen actor? ¿Es eso todo?

Txt: Rubén Arribas

Editorial nº 94