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Triple SELECCIÓN NATURAL

 

¿SLOW FOOD o FAST FOOD? - “Cómeme despacio que tengo prisa”

Los 80, además de las hombreras, nos dejaron la costumbre de comer rápido y mal para aprovechar el tiempo porque nadie sabe quién nos vendió la moto de la uberproductividad y los hombres de negocios. Hoy, no sólo hemos comprobado que eso trae úlceras y malas digestiones, si no que, nos hemos aplicado el cuento y volvemos a tomarnos las comidas como el ritual que son. Una coreografía de platos y bebidas que, a poco que nos lo curremos, se transforma en el escenario perfecto para estrechar lazos, manos, besos y, por supuesto, grandes negocios. No es casual que se hayan puesto de moda los cursos de cocina y las clases de cata, que toda nueva pareja celebre que han hecho las lentejas clavaditas a las de mamá o que un cocinero que tarda meses en pulir un plato de “Menestra en texturas” sea el Mejor Cocinero del Mundo.

 

¿CENTRO COMERCIAL o MERCADO? - “Terror en el hipermercado”

Suena “Lady Gaga” en primer plano pero se cuela el reaggeton de la tienda de complementos y el bucle de “Kiss FM” que ha vuelto a empezar en la Óptica. Se supone que todo está estudiado en estos reinos del consumo para que tus ojos y tus manos vayan a los productos más caros, más inútiles y más pequeños para que quepan más en el carro. Si viene dolor de cabeza hay tres farmacias y si hay hambre, hay tres hamburgueserías, un bar de tapas, dos mexicanos, una heladería y cinco puestos de gofres. Eso sí, en cuanto te das cuenta se te ha olvidado qué hora es, tienes los tobillos hinchados y se te ha perdido un niño. Así que, mañana, prueba a ir al mercado. Prueba a pasear descifrando olores y sonriendo a los tenderos que se asoman en los puestos. Seguro que dentro de un mes alguno recuerda tu nombre y tú quieres volver a comprar ese pan de especias tan bueno, esos nísperos dulces que te recomendó o esas hierbas aromáticas tan raras que van tan bien con el curry. Si te da el hambre, alarga la mano y toma una mandarina, incluso unas ostras francesas con champagne. La banda sonora es antigua, es el bullir del comercio cara a cara, el sonido al golpear las sandías para ver si están a punto, el “tengo de oferta el añojo”, es el hielo picado y la caja de madera.

 

¿DULCE O SALADO? - “Una bola de fresa y otra de fabada, por favor”

Pase el horrible helado de pistacho. Pase el helado de Cabrales porque es primo de la tarta semifría de queso. Pase el sorbete de tomate porque, al fin y al cabo, es una fruta... pero ¿para qué sirve el helado de fabada? Porque no es postre, ni plato fuerte y no pega nada con una tarde calurosa de verano. Además, si va en cucurucho ¿tengo que esperar hasta el final para comprobar con pavor que la punta de la galleta está rellena de morcilla fría? Bueno, y el colmo es ese helado de erizos de mar que han sacado los japoneses. No tengo palabras, sólo me asaltan dudas sobre quién está orquestando este boicot contra los helados de toda la vida, los que han embadurnado en chocolate, fresa y mantecado tantas camisetas. Tiene que ser un villano muy perverso que dentro de nada sacará el polo de acelgas para traernos a la memoria todos los fantasmas infantiles juntos. Para acertar con la combinación dulce+salado nada como los clásicos. El chutney de mango para el cordero tandoori, unas cerezas asadas para la pechuga de pato, unos higos frescos con lonchas finísimas de jamón ibérico o cualquier receta de caza con chocolate, deliciosas las codornices y todo un descubrimiento los ravioli de pasta de cacao rellenos de perdiz y jabalí que sirven en un buen italiano de Madrid.

 

TEXTO: Bárbara Vidal

Triple selección natural