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Magdalena Correa - Desierto Atacama, Chile

Magdalena Correa
Predicar en el desierto

Magdalena Correa predica en el desierto con una Brónica y papel Fuji Velvia. En 2006 se empotró a una macuto y una réflex y cruzó en vertical el desierto de Atacama y en horizontal la estepa del Gobi. La sinopsis del trayecto son fotografías monumentales e impactantes piezas audiovisuales. Más que el peligro de extinción presenció inmunidad contra el pánico.

Titule su exposición. Territorios de existencias o Desaparición.
Los desiertos son el territorio emergido más extenso del planeta y, sin embargo, las zonas más ignoradas ¿Le atrae la paradoja? No es un objetivo en mi investigación, pero el territorio es la base de mi trabajo artístico, que consiste en registrar y desvelar lugares en situación de aislamiento, precariedad o conflicto.
¿Cómo una forma de arte o grito-denuncia? Creo en el arte como protesta contra la falta de compromiso por conocer vidas paralelas que se encuentran inmersas en la miseria y el olvido.
¿Para exhibir o educar? Para enfrentarte al miedo, a la indignación, a lo que nos aterra y sobrecoge. El arte no sólo como expresión artístico sino como medio educativo.
Según la RAE “desierto” significa despoblado, solo, inhabitado… El desierto es un mundo imaginario de difícil salida. El Gobi es cálido por sus extensiones volcánicas y romántico por sus lagos y estepas. Los habitantes viven sumergidos en un espejismo similar a una escenografía teatral. No interesa lo que suceda a kilómetros de distancia, sólo levantarse, vivir y acostarse. Sus rostros reflejan tranquilidad. Por el contrario, Atacama es duro. Agresivo y deprimente.
En un mundo hiperpoblado, la soledad del desierto parece una metáfora de “peligro de extinción”, ¿acabaremos por convertirlos en especies protegidas? No será necesario. La tierra tiende inevitablemente a tener esa fisonomía, así que los desiertos se convertirán en nuestros paisajes comunes y serán los territorios extraordinarios los que tendremos que proteger.
¿Los excesos del capitalismo se sienten en esos parajes? Viven al margen del cambio climático. El calor extremo es una constante invariable. El Gobi es un espejismo perpetuo, una realidad ficticia e incomprensible para cualquier habitante de una cultura desarrollada. Una  situación que produce, paradójicamente, una doble reacción. Te sobrecojas ante tal realidad y, sin embargo, experimentas una sensación de paz que llega a ser envidiable.
¿Preferiría trabajar para Reuters o National Geographic? Ninguna de las dos opciones. Mis trabajos no persiguen ser documentales o tener una metodología periodística. Intentan reinterpretar el territorio, desvelando una realidad ajena y simultánea a la nuestra.
¿La imagen le sorprende o suele sorprender a la imagen? Creo que es una comunión mutua. Dejo que la naturaleza me impacte y entonces pienso el encuadre perfecto.
¿Analógico o digital? Utilizo los dos soportes. Aunque la calidad y el tamaño del negativo analógico no se consigue con la cámara digital.
¿El mayor aprendizaje mientras realizaba este trabajo? A nivel personal he aprendido que hay que relativizarlo todo y reconocer que nada es absoluto. Desde un punto de vista profesional, que cada lugar es diferente y exige plantearte nuevos desafíos.

“La desaparición. Travesías del desierto: del Gobi a Atacama” · Del 10 de octubre de 2008 al 11 de enero de 2009 · Coproducción Casa Asia –CDAN. Huesca

Txt: Rebeca Queimaliños
Foto: Magdalena Correa, Pedro de Valdivia, Desierto Atacama, Chile, 2006

 

Magdalena Correa. Predicar en el desierto